lunes, 2 de marzo de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 2 de marzo del 2009


PUNTO DE VISTA

La cigarra y la hormiga
Por: Maki Miró Quesada


La cigarra cantó todo el verano mientras la hormiga trabajó y continuó yendo y viniendo, construyendo puentes, reforzando el hormiguero, guardando comida para el mal tiempo. El verano terminó, la cigarra calló y de golpe se dio cuenta de que no tenía dónde vivir ni qué comer. No le quedaba nada a su alrededor y lo poco que había estaba cubierto con un manto de nieve. La hormiga en cambio se metió dentro del hormiguero donde calentita se dedicó a esperar el regreso del buen tiempo.

La vieja fábula de La Fontaine nos viene del siglo XVII y nunca perdió vigencia pero hoy está más de actualidad que nunca y desgraciadamente refleja claramente lo que pasó en el siglo XXI en los mercados de capitales. Durante los últimos diez años los inversionistas, los propietarios, los rentistas observaron encantados cómo el valor de su patrimonio se incrementaba solito año tras año sin que ellos hicieran ningún esfuerzo; bastaba sentarse y recibir estados de cuenta que reflejaban siempre mayores incrementos en el valor de las propiedades, mayores ganancias y mejores beneficios.

El crecimiento del mercado no parecía tener fin y las pocas voces que levantaban dudas eran acalladas rápidamente por los gurúes de Wall Street y el gobierno republicano alérgico como era a las malas noticias. Así envalentonados vino la época del despilfarro y el derroche, “el tiempo de todos los excesos”.

Los EE.UU., un país cuya alza meteórica como primer poder económico se debió en gran parte a su capacidad innovadora, su ética de trabajo y su frugalidad, perdió el norte y de tener una política de producción y ahorro pasó a tener una política de consumo desenfrenado. Pero ellos no eran los principales alimentadores del consumo lo cual agravó el círculo vicioso. En la industria no había nuevas tecnologías importantes, en los productos de consumo masivo no había competitividad y en los productos de lujo no había calidad lo cual dejó la puerta abierta para el ingreso masivo de bienes de Japón, China y Europa, y todo el mundo empezó a endeudarse.

Del gobierno al particular, de capitán a paje la deuda creció como la espuma y rápidamente dejó atrás a los ingresos. El ahorro personal de los americanos pasó del 9% en la década de los ochenta a 5% en los noventa a 0,6% en el 2007, simple matemática. A la hormiga le quedan dos caminos, o prestarle a la cigarra y así asegurarse que en el futuro la cigarra trabajará para ella o dejarla caer nomás; en ambos casos la cigarra está frita.

O como dijo La Fontaine: “Así como entonces cantabas, baila ahora”.

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