lunes, 20 de julio de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 19 de julio del 2009

LA IMPORTANCIA DE LA INCLUSIÓN PARA LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO

Democracia: Las dos caras de la moneda
Por: Francisco Miró Quesada Director


No existen dos democracias, como han querido dar a entender algunos en medios escritos y radiales. La democracia, en cuanto forma de gobierno y cultura, es una sola, que se puede expresar y, a lo largo de la historia ha sucedido, como representativa y directa. Cada una tiene sus instituciones, están reconocidas en la actual carta política que nos rige, es decir, en el marco del Estado de derecho.

En el primer caso, los ciudadanos que somos poseedores del poder mandamos a unas personas para que gobiernen y legislen. Ellas han sido elegidas por nosotros para que cumplan un conjunto de funciones que igualmente están definidas en la Constitución. Significa entonces que nos desprendemos en algo de nuestro poder para transferirlo a otros por un plazo determinado.

Es nuestro acto libre y soberano, una decisión que se expresa a través del voto. En toda democracia se vota, en cualquiera de sus expresiones. Precisamente, entre otras razones, los partidos políticos se fundaron para intermediar entre la sociedad y el Estado, para canalizar a los militantes-candidatos o independientes-candidatos que aspiran a gobernar.

Pero el hecho de que deleguemos poder no quiere decir que lo perdamos. Podemos ejercerlo a través de las instituciones de la democracia directa, que algunos llaman semidirecta y otras participativa. Más allá de los calificativos, a través de esta práctica el pueblo puede ejercer el poder directamente o con el mínimo de intermediación. Estas instituciones son diversas: el referéndum, la consulta previa, la iniciativa popular en la formación de las leyes, la remoción de funcionarios, la revocatoria de las autoridades elegidas, el rendimiento de cuentas, los cabildos abiertos, y la más reciente democracia telemática, conocida también como democracia electrónica, entre otras modalidades. Cada una de estas expresiones de la democracia directa tiene sus particularidades.

Por supuesto, como sucede en muchos casos, los dictadores pueden manipularlas para sus protervos intereses por dominar todo. En la historia existen muchos ejemplos. Aquí la autocracia va, poco a poco, minando la democracia, hasta convertir sus instituciones en instrumentos al servicio del dictador de turno. Es ese espacio de autocracia que existe en la democracia, como en uno de sus libros señala Marcial Rubio, flamante rector de la Universidad Católica. Digamos en otro sentido ese espacio de autoritarismo que daña la democracia, no por su origen sino por su ejercicio, porque la democracia requiere de autoridades con conducta democrática.

En consecuencia, no creo que en el Perú exista un conflicto entre dos expresiones democráticas. El conflicto se debe a que el crecimiento económico no ha sido bien encauzado para que llegue a más peruanos, que se ha quedado estancado en ciertos sectores sociales y regiones del país, pero también porque todavía continúa la exclusión. Ambas, la exclusión y la concentración de la riqueza, han aumentado la desigualdad. Como señala el filósofo argentino Mario Bunge “la desigualdad es mucho más nociva que la pobreza”, ojo con este dato, porque esta causa estrés y a su vez dicho estrés origina una superproducción de sustancias que destruyen el cerebro, e informa, que en los países más equitativos las personas son más longevas (ver opiniones de Bunge en El Dominical del 12/7/2009). Una nueva mirada del tema desde la neurociencia, que significa un reto para las ciencias sociales. Estos datos demuestran lo fundamental que es invertir en inclusión social.

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