El Comercio 29 de setiembre del 2009
PUNTO DE VISTA
Incapacidad de gestión: un mal mayor
Por: Cecilia Blume Abogada
Las cuestiones de Estado, al igual que los temas mundanos, generalmente tienen explicaciones bastante más sencillas que las que plantean los observadores políticos.
La historia económica del Perú ha llevado al Ejecutivo por años a dejar de lado obras y servicios por falta de recursos. Éramos un país donde la respuesta a cualquier gasto era “no”. Hoy, con algo de dinero, se dice que lo que falta es capacidad de gestión y con ello se explica la lentitud en la marcha del Estado.
En Lima, el Estado es percibido como el presidente, sus ministros, los congresistas, el Poder Judicial y diferentes entidades públicas. En el interior, el Estado son los presidentes regionales, alcaldes provinciales y distritales. Aunque aún el Perú es un país presidencialista, con la descentralización muchas funciones están en manos de las autoridades locales.
Hoy le reclamamos al Estado “capacidad de gestión”, lo que no es otra cosa que arbitrar, resolver y hacer realidad las cosas ya. Desafortunadamente, no nos damos cuenta de que este Estado, compuesto por personas, no cumple su rol porque muchos funcionarios son enjuiciados, acusados por el Congreso y la Contraloría, les falta una carrera pública y, qué duda cabe, han sufrido de una reducción salarial. Ser funcionario, para muchos, es un riesgo innecesario que no hay por qué asumir y los ejemplos de gente que últimamente se ha tirado a la piscina para encontrarla sin agua sobran. Esta falta de gestión retrasa la toma de decisiones y hace que cualquier decisión llegue hasta el escritorio de los ministros.
En el Perú descentralizado, la cosa es peor. Hay lugares donde los recursos económicos son abundantes y las necesidades grandes. San Marcos, en Áncash, y Echarate, en Cusco, por el canon minero y gasífero son ejemplos de ello. Allí requerimos gerentes municipales de primer nivel para gastar eficientemente. ¿Los queremos pagar? Cuando el presidente regional de Puno no vacuna a los niños y estos se mueren de gripe, ¿podemos decir que la descentralización de la salud pública funciona? Quizá una respuesta sea 26 presidentes regionales de primer nivel, en otras palabras, 26 funcionarios eficaces.
Un país sin funcionarios apasionados y comprometidos con su tarea lleva a un Estado que no cumple con sus ciudadanos. Y ni el presidente ni sus ministros serán suficientes para suplir la cadena de decisiones que requiere cualquier acción pública.
No es imposible tener mejores funcionarios: hay que buscar gente con pasión por el país, apoyarla, pagarle mejor, no cambiarla cuando cambian los ministros, protegerla de las acusaciones, capacitarla para que defienda los intereses colectivos y darle una carrera pública transparente y ordenada. Hay que atraer a chicos recién graduados de las universidades haciendo del Estado un lugar donde provoque trabajar. ¿Podremos?
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