El Comercio 11 de setiembre del 2009
PUNTO DE VISTA
¿Taxista o empresario?
Por: Rolando Arellano Dr En Márketing*
Tal como lo señala un estudio reciente, los taxistas peruanos están en su mayoría descontentos con su trabajo. Esto se entiende perfectamente, pues es una labor que paga poco, debido a la inmensa cantidad de competidores existentes, y en que la poca utilidad que se obtiene se pierde en la gasolina gastada en embotellamientos y en dar vueltas para conseguir clientes. Pero quizá la razón principal sea que la mayoría ve esta actividad como un medio de supervivencia, en lugar de verla como una empresa.
Para lograr una solución a este tema, lo ideal sería que el Gobierno actúe de manera diferente, pero eso no es posible en un país con tantos problemas como el nuestro.
Por ello, quizá lo mejor sea que cada taxista piense como si fuera un abogado, dentista o peluquero, y trate de mejorar su negocio para hacerlo eficiente y rentable. Aquí algunas ideas.
¿Cómo perder menos tiempo? Primero, dedicar cada momento libre a estudiar la guía de calles de su ciudad y conocer las mejores rutas de un lugar a otro. Eso le hará poner precios más adecuados a sus carreras y ahorrar gasolina y tiempo para ir a su destino.
Dicen que los taxistas de Londres ganan a las computadoras en encontrar los mejores caminos en su ciudad. ¿Por qué un taxista limeño no podría hacer lo mismo?
¿Y cómo atraer a más clientes? Cualquier peluquero o propietario de restaurante diría que lo mínimo para un negocio es tener un local limpio y ordenado.
Un automóvil aseado, bien pintado y con un chofer vestido correctamente es lo esperado para cualquier taxista que se respete y que quiera que los clientes lo prefieran. Ello sería como poner un letrero de “taxi limpio” que hará que los pasajeros quieran subir a su carro antes de que al de cualquier competidor desaseado.
¿Y por qué no pensar ahora en utilizar mejor ese teléfono celular que todos tienen? ¿No sería ya el momento de dar su teléfono a los clientes de su zona de trabajo para recibir llamadas y darles un servicio a pedido?
Más aun, quizá eso le permita buscar una especie de estación en un lugar céntrico, que le evite gastar gasolina al dar vueltas para encontrar clientes. Y si se junta con otros colegas sería aun mejor, pues sus clientes tendrían siempre la seguridad de un servicio rápido.
¿Y por qué no ayudar a tener menos embotellamientos tomando la iniciativa de no bloquear las intersecciones y dejar que otros pasen primero? Tal vez así enseñará a los conductores que la cortesía ayuda a que se pierda menos tiempo y gasolina. Además, ganará también algún gesto de agradecimiento que le hará más agradable el día.
De paso, si el señor lector de esta columna saca una copia de este artículo y se lo da a algún taxista conocido, se ganará una sonrisa y tal vez, en el mediano plazo, un mejor servicio de taxis para la ciudad.
CENTRUM CATÓLICA. ARELLANO MÁRKETING, INVESTIGACIÓN Y CONSULTORÍA
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