lunes, 21 de septiembre de 2009

Orientación y Consejería, Psicología

Mi Hogar 20 de setiembre del 2009

INHIBICIÓN. Bloqueo social

Atrévete jugar Titular a una sola linea a
UN NIÑO TÍMIDO ES INSEGURO Y TEMEROSO DE LOS DEMÁS, POR ESO SE SIENTE MEJOR CUANDO ESTÁ SOLO. PERO, EN EL FONDO, SUFRE POR NO PODER DISFRUTAR ESE RICO Y DIVERTIDO MUNDO INFANTIL, AL IGUAL QUE LOS CHICOS DE SU EDAD

Por: Maritza Noriega

Cada vez que Ignacio enfrenta a un grupo de niños desconocidos en un taller de verano o en una fiesta de cumpleaños, lo único que desea es que la tierra se lo trague o, por lo menos, que un terremoto obligue a todos a abandonar el lugar repentinamente. A pesar de que los niños lo invitan a lanzarse desde lo alto del barco inflable o a jugar en el recreo, él opta por estar solo. Y al escuchar la típica frase “Qué chuncho eres” o “No seas tonto, anda a jugar”, se siente peor y refuerza su inhibición.

Ser un poco tímido —a decir verdad— no es malo. No importa si un chico invierte más tiempo que los demás para sentirse a gusto con extraños o si exponer sobre la antigua Grecia al frente del salón le hace sudar las manos. Lo verdaderamente perjudicial es que la timidez lo bloquee socialmente y lo lleve a aislarse, le impida expresarse con libertad y hasta lo haga parecer torpe de la pura inseguridad.

“El niño tímido —indica la psicóloga Liliana Seperak— piensa que no va a poder hacer algo o que lo va a hacer mal, y está convencido de que los demás lo descalificarán o se burlarán de él. No arriesga, no se expone, y con ello limita sus posibilidades, pues deja de participar en torneos, competencias, fiestas, etcétera”.

Frente a un niño de estas características, algunos padres dicen: “No sé por qué ha salido así”. Sin embargo —según el psicólogo Dante Jacobi—, “un niño así es el resultado de padres dominantes que cohíben al chico y le hacen sentir miedo hasta de hablar alto. Eso va en contra de una conducta normal en la que el pequeño debería expresar el comportamiento propio de su edad: jugar, molestarse, reírse, hacer una rabieta en algún momento, ser inmaduro… en suma, ser niño”.

También es posible que sea todo lo contrario: en vez de dominantes, los padres son sobreprotectores; por lo tanto, el niño nunca tiene iniciativa y cualquier posibilidad de decidir algo lo asusta.

QUÉ HACER
El niño tímido no necesariamente tiene que convertirse en un adulto tímido. Es importante identificar las actividades que más le gustan para darle la oportunidad de que las practique y supere su problema. Ya sea natación, pintura o baile, lo que él elija estará bien, porque destacará en ello, y eso le hará sentirse mejor, pues seguramente será elogiado y así recuperará confianza en sí mismo.

También es importante que realice alguna actividad física de su agrado (jamás obligado), como psicomotricidad, baile o algún deporte (incluso jugar en el parque), porque cuando su cuerpo se exprese físicamente y con libertad faltará solo un paso para que todo lo que haya dentro de su mente también se manifieste con confianza.

Lo que nunca se debe hacer es forzarlo a jugar con los demás, a participar en un espectáculo, a saludar, etc. Mucho menos recriminarlo por su timidez o burlarse. Es necesario respetarlo y ayudarlo.

Con el tiempo, cuando gane seguridad en un terreno, será más fácil que enfrente otros retos. El cambio no se verá de la noche a la mañana, pero poco a poco saldrá a la luz. Mientras más temprano se identifique el problema y se haga algo, mejores resultados habrá [ver consejos en la página siguiente].

¿NACE O SE HACE?
La gran pregunta es si una persona puede ser tímida por una cuestión genética o si su entorno social lo vuelve tímido. En opinión de la directora del nido Alma Mater, Claudia Schiappa-Pietra, un niño tiene una predisposición genética a la timidez, pero su inhibición se debe “sobre todo al entorno que lo rodea. Un niño es tímido cuando sus padres exigentes lo recriminan constantemente. Así, el pequeño se siente incapaz de cumplir con lo que se espera de él y generaliza este sentimiento a otras situaciones sociales”.

De otro lado, es posible que la timidez se exprese recién en la vida adulta debido a sucesos especiales, como una enfermedad o un accidente. En estos casos, luego de salvar el problema de fondo, se debe trabajar con un psicólogo para superar la timidez.

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