El Comercio 3 de noviembre del 2009
PUNTO DE VISTA
La cumbre de Copenhague
Por: Juan Velit Granda Internacionalista
A pesar de la pompa y el oropel con que se prepara la próxima cumbre en Copenhague sobre cambio climático, todo parece indicar que no se alcanzará ningún acuerdo importante en esta cita.
Uno de los países de la región con mayor nivel de industrialización como Alemania, que es el mayor emisor de gases de efecto invernadero en Europa, no tiene el más mínimo interés en detener su febril proceso de fabricación. Berlín ha deslizado sibilinamente en algunos círculos que solo se debe aspirar a un “acuerdo político general”; es decir, una suerte de declaración lírica sin niveles vinculantes y que muy posteriormente se convierta en un tratado que tome la posta de Kioto.
Países como Alemania, Hungría, Polonia y otros miembros de la vieja Europa son todavía reacios a tomar una posición militante para combatir los gases de efecto invernadero. El tema de la compensación no ha convocado una mayoría sólida que permita convencer a los países a alinearse con la posición ecologista.
Ciertamente la propuesta que la Comisión Europea presentó en setiembre pasado no ha sido tan seductora como para atraer a otras naciones; la compensación cubriría un importante rubro económico sobre las limitaciones industriales que alcanzarían los US$130.000 millones anuales y se extendería hasta el 2020.
Este presupuesto saldría en parte del erario nacional de las naciones involucradas y otra parte de las industrias comprometidas con la emisión de gases.
El objetivo de la cita en Copenhague es dar continuidad a los acuerdos de Kioto que vencen en el 2012. Es importante tener en consideración que en los últimos meses estas emisiones han tenido una sensible baja que alcanza hasta el 4%, pero irónicamente ello no ha sido por la voluntad de las naciones ni por el esfuerzo de las industrias sino por la crisis financiera en la que está sumido el planeta.
Pero un sector de la Unión Europea quiere salvar la cara e insiste en acudir a Copenhague con una victoria moral sobre el cambio climático, para lo cual han iniciado un intenso lobby en algunas cancillerías.
Por su parte, la Casa Blanca, en el entendido de que EE.UU. con China y Alemania son los mayores contaminantes, todavía no ha confirmado la presencia de Obama, gesto que es interpretado como la duda de un líder que no quiere verse comprometido con una cita que puede ser un fiasco. Una pregunta flota sobre el medio ambiente mundial: ¿Dónde se instalarán las industrias cuando terminen de intoxicar la Tierra?
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