
PUNTO DE VISTA
Pedro, la avalancha y el Gobierno
Por: Rolando Arellano C Dr en Márketing
Viernes 23 de Abril del 2010
Regresando del trabajo, Pedro vio que una avalancha podía destruir el reservorio de agua potable de su pueblo. Antes de avisar a la población para hacer una defensa, pensó: ¿por qué debería avisar?, ¿soy acaso alcalde, policía o bombero voluntario? Como no era ninguno de ellos, partió tranquilamente a dormir. Al día siguiente, ocurrido el desastre, fue uno de los primeros en regar la noticia, exigiendo, además, la destitución de las “ineptas autoridades”.
¿Exageramos con esa historia? Sí, dirán muchos, pues nadie actúa así, sabiendo del daño de no informar. No, dirán algunos, más pesimistas, pues “así son los peruanos”. Sin ser pesimistas, creemos que esta historia no exagera, pues la vivimos diariamente y participamos casi todos. Veamos.
La mayor parte de enfrentamientos sociales, como los de Bagua, Madre de Dios o Islay, tienen una constante: falta de información. De manera general, las protestas se realizan contra proyectos positivos para la población, aunque perfectibles (leyes por los derechos de los nativos, por una pequeña minería más sana, un proyecto minero que traerá trabajo, canon, etc.). El problema siempre es que no han sido bien comunicados.
¿Qué hace allí la sociedad civil, es decir, la prensa, el empresariado, la opinión pública, usted señor lector y yo incluidos? Pareciera que lo mismo que dice Pedro: “Ese es un problema del gobierno y no mío. Despiértenme mañana para difundir la noticia y quejarme”.
Es evidente, entonces, la necesidad de cambiar de actitud, ojalá liderados por una prensa que asuma entre sus responsabilidades una función propositiva. No solo señalando las malas noticias, sino también informando y enseñando para que estas no se produzcan.
¿No es eso función de las mineras o del gobierno?, sería una pregunta honesta. Una respuesta con sorna sería, entonces, ¿así como avisar de la avalancha era obligación del alcalde o los bomberos? No olvidemos que al perder el reservorio el pueblo de Pedro se queda sin agua potable, y cada vez que algún gran proyecto se detiene, se detiene también el bienestar de nuestros hijos. A fin de cuentas, el presidente o los ministros dejan su puesto en unos meses. Pedro y todos nosotros seguiremos en el nuestro.
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