miércoles, 21 de abril de 2010

Ciencias Sociales








ENTREVISTA. ROMÁN ORTIZ
"América Latina está dividida"
Por: Santiago Gómez
Miércoles 21 de Abril del 2010

Román Ortiz es profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes y director del Área de Información y Análisis del grupo Triarius. Actualmente es uno de los principales comentaristas de política internacional en Colombia. Estuvo en Lima en visita de trabajo y El Comercio conversó con él sobre los cambios en América Latina.
EE.UU. buscó un acercamiento a Latinoamérica. ¿Cómo va la relación entre los países líderes de la región con la Casa Blanca?
La administración de Obama llegó a la Casa Blanca con la idea de una política latinoamericana basada en dos pivotes: México y Brasil. Sin embargo, se encuentran con que tienen que impulsar una política que sobre el papel está definida, pero que en la realidad es impracticable. Primero porque México está en una crisis de seguridad y luego porque Brasil tiene una línea política de afirmarse a sí mismo como potencia regional y eso incluye hacer frente a Estados Unidos.
Pese a todo Brasil ha cobrado protagonismo.La idea de que Brasil puede competir el liderazgo del hemisferio con EE.UU. es una fantasía. Habría que mirar no solo lo que Brasil puede hacer, sino lo que no puede hacer. Y Brasil no tiene el peso estratégico para gestionar crisis en la región, el mejor ejemplo es Haití. Brasil tenía una presencia previa al terremoto más grande que la de EE.UU., tenía el control de la misión allí; sin embargo, EE.UU. tomó el liderazgo en la ayuda humanitaria. Hay que poner las aspiraciones brasileñas en su justa medida, pensar que tendrán el liderazgo de la región es algo idealista.
Chile y Estados Unidos son viejos socios. ¿Con Piñera habrá mejores relaciones que con los gobiernos de la Concertación?
Chile es un modelo exitoso de cómo se puede pasar la página de la inestabilidad y construir una realidad próspera. En ese sentido, hay una cercanía lógica que hace que Estados Unidos mire a Chile como socio estratégico y comercial. El nuevo gobierno acercará los lazos entre ambos países. Hay que pensar que Chile y Colombia son los únicos países que Estados Unidos puede encontrar fiables en el contexto latinoamericano.
¿El avance en el tema de seguridad le da esa categoría a Colombia?
El avance de los pasados 8 años ha sido sustantivo en el tema de seguridad, pero quedan cosas por hacer. En 4 años con buenas políticas uno puede haber dado por cerrado el conflicto en Colombia. Eso implica que las organizaciones terroristas tengan una capacidad desestabilizadora marginal y por otra parte que el narcotráfico se vea disminuido a niveles muy bajos.
No deja de llamar la atención que en Uruguay un ex guerrillero sea el nuevo presidente.El problema no es el color del gobierno, sino del respeto institucional, y eso es lo que marca el talante de los gobiernos y también la actitud de la administración Obama. En el caso de Uruguay podemos tener una figura que se sitúa en la centroizquierda, pero sabemos que juega con reglas democráticas y sabemos que luego de 5 años dará paso a una alternancia. No es como en Venezuela, donde hay un desmantelamiento paulatino de la democracia que ha llegado a un punto crítico.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, visitó Centroamérica, una zona de buenas relaciones con el chavismo.
Chávez utilizó el petróleo para ejercer una enorme influencia en los estados centroamericanos. Lo que está haciendo la administración Obama es ganar un terreno tradicionalmente suyo que había estado bajo la ofensiva venezolana por Petrocaribe y el ALBA.
En la última Cumbre de Río se acordó la creación de una nueva comunidad de estados latinoamericanos y del Caribe, sin Estados Unidos. ¿Le ve luces a esta nueva organización?
No. Marginar a EE.UU. es dejar de lado el peso estratégico que tiene en el hemisferio. Además, la región está dividida ideológicamente como nunca ha estado antes y hay un grupo de países que han apostado por la democracia liberal y el libre mercado, como es el caso del Perú, Colombia, Chile, Brasil y otro que más allá de sus falencias representa un modelo alternativo. Entonces, tratar de juntar todo eso dejando fuera a Estados Unidos supone un ejercicio de ingeniería política que no se adecúa a la realidad del continente.

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