
LA IMPORTANCIA DE LA DELIBERACIÓN EN LA POLÍTICA
¿Por qué necesitamos un Senado?
El pragmatismo de los años noventa quiso convencernos de que deliberar es perder el tiempo. Por eso redujo el Congreso de la República y eliminó el Senado. Lo que ocultaba era que tras ese razonamiento estaba la voz de orden de toda autocracia: gobernar es mandar, algo que algunos traducen mal al enfatizar el “hacer obras” en su pretensión de insistir en el camino de la antipolítica. Es una buena noticia que se reabra el debate y haya más fuerzas dispuestas a reconstruir el Senado.
La primera cuestión está en recuperar la importancia de la deliberación. Sin ella no hay democracia porque deliberar es el primer paso del reconocimiento mutuo. Solo deliberan los iguales y el interlocutor lo es por el solo hecho de serlo. En el Perú seguimos llenos de exclusiones, de no querernos ni ver ni escuchar y eso no ayuda a entender nuestros problemas.
El Senado puede ser un lugar privilegiado del debate nacional. No debiera ser la cámara fiscalizadora —que pide cuentas al ministro—, sino la cámara reflexiva que debate temas de Estado más allá de la coyuntura política y fija rumbos.
Esto puede hacerse en sesiones ad hoc y no solo en torno a proyectos de ley. De estos el Senado debería debatir solo los más importantes.
El Senado permitiría que el Congreso haga mejor la selección y fiscalización de altos funcionarios.
Vale actualmente para el contralor, los miembros del Tribunal Constitucional y el defensor del Pueblo. Pero podría incluir otros cargos, pues es posible que esta cámara se vincule especialmente a la sociedad civil y se nutra de ella.
La representación está constreñida y disminuida en el Perú y este paso debe reivindicar la función de representación como la principal de la Cámara de Diputados, hacerle tiempo, entre otras cosas. Representa a la población y ejerce con exclusividad la función fiscalizadora del Poder Ejecutivo para establecer y operacionalizar la responsabilidad política de los ministros. Pero ella misma se ilustra con otros debates y otra perspectiva. El Senado es un lugar de debate especializado en los problemas cruciales —estratégicos— del Perú.
Pero hay algo esencial para las provincias del Perú y espero que los parlamentarios que las representan no se olviden de ello.
La descentralización estará incompleta si no se logra que en el Congreso se exprese no solo la voz de la población —que la llevan los diputados— sino la de las regiones que la debieran llevar los senadores.
Como aún no superamos la herencia de Fujimori, quien destruyó las primeras regiones, y tantos quieren convertir su distrito en región, esta es una propuesta “abstracta”. Pero les recomiendo leer a Basadre, cuando nos recuerda que en el Perú lo provisional se convierte en permanente. Les propongo un Senado elegido por regiones y mientras no existan que sean departamentos contiguos.
Miremos en grande, es la mejor manera de amar al Perú.
(*) Ex presidente del Congreso
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