miércoles, 9 de junio de 2010

Ciencias Sociales








AFIRMA ECONOMISTA RUSO INVITADO POR LA UPC
"Ideas de redistribución de la izquierda son una enfermedad"

Ideas liberales en la VIII Convención Internacional de Economía de la UPC
Por: Luis Davelouis Lengua
Miércoles 9 de Junio del 2010

La Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) organizó la VIII Convención Internacional de Economía, reunión a la que asisten algunos de los economistas más liberales del planeta en el hotel Los Delfines. Este año conversamos con cuatro de los cinco visitantes: Susan Rose-Ackerman, de Yale University; Alberto Benegas, de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina; Andrei Illarionov, de la Universidad de San Petersburgo y quien fuera asesor del ex presidente y hoy primer ministro ruso Vladimir Putin; y el profesor Deepak Lal, de la Universidad de Oxford.

“IDEAS INFECTAS”
“Las personas, por raro que suene, se guían más por sus ideologías que por sus intereses”, asegura Illarionov.

Por eso piensa que las “infectas” ideas izquierdistas de distribución de la riqueza (literalmente “the infected leftist ideas of distribution”) pueden enfermar cualquier economía, en cualquier lugar del mundo y por avanzada que esta sea y esté: “Esas ideas destruyeron las economías de Argentina y de Venezuela desde 1930 y 1950, respectivamente, y desde 1980 está destruyendo todo lo alcanzado en Europa y EE.UU. en casi un siglo”.

¿Pero cuáles son esas ideas? Andrei Illarionov explica: “Aumentar impuestos, hacer crecer al Estado, obstaculizar el libre comercio, intervenir en el mercado, entre otras”.

Además asegura que es una enfermedad de la que es muy difícil librarse y que por ello deben ser combatidas sin desmayo, pues “si quieres que tu país prospere, a esas ideas no se les debe permitir existir”.

Precisó, sin embargo, que “en países autoritarios se persigue, se mata y se encarcela a quien piensa diferente”, pero como eso no se puede hacer, “es una batalla que los académicos y periodistas deben asumir”.

BENEFACTOR OBLIGADO
“Los empresarios pueden ser los mayores benefactores de la humanidad si se los obliga a estar delante del consumidor [...], pero no se puede llamar a los empresarios que hacen los negocios en prebendas”, afirmó el economista Alberto Benegas.

Él asegura que instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son los verdaderos responsables de la existencia del Tercer Mundo, porque con sus inmensos préstamos abren la puerta a políticas que son inviables e incentivan su continuidad. Pero ¿y si no existieran, quién ayudaría a los países en problemas fiscales y a sus poblaciones? “El asunto es que si yo asumo riesgos que no debería, tengo que pagar las consecuencias”.

En ese sentido, criticó los paquetes de salvataje y rescate para las instituciones financieras en EE.UU. y Europa en el marco de la crisis financiera internacional, porque considera que ello, en efecto, representa un “socializar las pérdidas y privatizar las ganancias al arrebatar el dinero a los ciudadanos para dárselo a unos empresarios ineptos (...), con un enorme poder de lobby al que el gobierno escoge alimentar porque es rentable”.

Sin embargo, también responsabiliza al Estado por ello, pues asegura que este, a través de los bancos centrales, viabiliza negocios que no son realmente rentables: “La FED permite la existencia de negocios antieconómicos a través de la tasa de interés de referencia (...) al bajar la tasa a 1%, cuando en realidad debería estar en 4%, hace viables a todos los negocios con retornos mayores a 1% (...). Desde mi perspectiva, el negocio debe estar sujeto al veredicto de la gente, y si este dice “esto no va” es indispensable para la salud de la economía, que así sea”.

“Se debe entender cuán costosa es la corrupción”
“La corrupción muchas veces funciona como una profecía autocumplida: si cada uno de los miembros de una sociedad espera serenamente que el otro se comporte de una forma discutible, el incentivo para que cada individuo cambie deberá ser muy alto y por ello el comportamiento discutible se perenniza”, sostiene la autora del libro “Corrupción y gobiernos”, Susan Rose-Ackerman, quien también dirige el proyecto Honestidad y Confianza del Colegio de Budapest.

Reconoce que las personas tienden a buscar caminos más cortos para conseguir sus metas y que, dado que algunas de ellas tienen más escrúpulos que otras, algunas conductas impropias pueden aparecer aceptables a la luz de ciertos criterios.

“Si alguien necesita una licencia de tránsito, por ejemplo, y tiene un pariente en la administración pública, se sentirá con el perfecto derecho de utilizar esa influencia [...], lo mismo el funcionario que entrega las licencias, debe conocer en toda su extensión cuáles son sus responsabilidades como autoridad o burócrata y separarlas de su papel de esposo, amigo o hermano (...), la alternativa es siempre corrupción”.

Asegura que la corrupción es un síntoma de la falta de definiciones claras: “no se sabe quién es dueño de qué ni qué tiene derecho a qué (...), es por eso que la competencia en los mercados también puede incrementar la corrupción al incrementar la demanda por determinados beneficios por los que algunos estarán dispuestos a pagar incluso si ello es ilegal y constituye corrupción”.

“Se debe transformar a los individuos y convertirlos en ejemplos para que el sistema cambie”, finalizó.

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