
TRAYECTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO
La revolución en el lenguaje
Francisco Nicoli
Durante los miles de años de la trayectoria del pensamiento filosófico, desde los griegos del VI a.C. hasta inicios del siglo XX d.C., los pensadores de las más variadas tendencias han dirigido siempre sus estudios del conocimiento a las relaciones entre el pensamiento y la experiencia real, entre la conciencia y el objeto o del concepto y los hechos.
Unos asumiendo la posición idealista en que las ideas eran determinantes del concepto, otros tomando partido en las trincheras del realismo en que “lo real” tiene prioridad para el cometido cognoscitivo, o asumiendo su preferencia analítica por la “relación” como centro entre ambos polos del conocimiento.
Aunque el lenguaje ha sido valorizado por célebres filósofos –recordemos a Platón, Aristóteles, Occam–, el papel que le cupo cumplir a dicho instrumento ha sido, en casi todos los casos, secundario o complementario.
En la primera mitad del siglo XX, se genera una nueva visión cultural en que la lingüística y la filosofía del lenguaje asumen papeles protagonistas para realizar por primera vez un viaje al interior del lenguaje. En la arena filosófica destaca el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, quien trabajó en la universidad inglesa de Cambridge, caracterizado por la postura radical de su perspectiva filosófica, afincada en la importancia decisiva del lenguaje en la arena del conocimiento.
En sus dos aportes fundamentales Tratado lógico-filosófico y las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein sostiene que la filosofía es una teoría del lenguaje, lo cual representa una reivindicación de algo que fue descuidado por el pensamiento tradicional. En su propuesta concibe dos dimensiones fundamentales de la existencia: el mundo como totalidad de hechos y el lenguaje como totalidad de proposiciones. Los hechos que acaecen en el mundo son mudos, y las proposiciones, que son palabras, signos, enunciados, significan y expresan los hechos.
En su tratado lógico-filosófico muestra la relación entre el lenguaje y los hechos como la teoría de que el lenguaje es la representación lógica del mundo. No existe una “esfera del pensamiento”, como mediación entre los hechos y el conocimiento, ni como mediación entre el mundo y el lenguaje. El pensamiento se identifica con el lenguaje y con las limitaciones del lenguaje, de donde se traduce la prioridad del lenguaje en la representación de los hechos. Wittgenstein es empirista: No existe nada pensable o expresable más allá de los hechos del mundo.
Con arreglo a estos planteamientos, Wittgenstein inaugura una nueva faena para la filosofía. Como manifiesta el científico Stephen Hawkings (1): “Es lamentable que la filosofía en Wittgenstein no sea más una visión del hombre, de la vida o de los valores sino solamente un análisis crítico del lenguaje”. La filosofía, según Wittgenstein, no es una doctrina o sistema filosófico, sino una actividad.
Frente a Wittgenstein, se levanta, en sentido contrario, la figura gigantesca de Edmundo Husserl, que lo consideraremos en próxima ocasión.
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