martes, 6 de julio de 2010

Día del Maestro









6 DE JULIO, DÍA DEL MAESTRO
Un aniversario más del educador peruano
Por: Andrés Cardó Franco *
Martes 6 de Julio del 2010
Todo 6 de julio debe ser un día de reflexión, renovación y compromiso con la causa magisterial. Este día nos trae a la memoria la preocupación del libertador José de San Martín, que para crear una nación libre, era necesario formar a sus maestros y por eso creó la primera Escuela Normal del Perú.
Sin profesores bien formados, reconocidos en sus aspiraciones y derechos y cumplidores del compromiso que asumieron de ser maestros, no podría el Perú avanzar en la búsqueda de una educación de calidad y con justicia para todos. Así lo comprendieron grandes maestros, como el doctor José Antonio Encinas, cuando coincidiendo con Mariátegui reconoció el carácter social de la escuela y propició que el maestro asumiera su liderazgo social apostando por un modelo de escuela rural renovadora. Cuanta satisfacción se experimenta al visitar su tumba y contemplar sus palabras como epitafio: “El máximo honor de un ciudadano es haber sido maestro de escuela”.
Al maestro Encinas le siguieron una pléyade de dignos educadores que nos legaron luminosas estelas de doctrina pedagógica y ejemplos de vida. Sin pretender hacer una reseña completa, quiero recordar ahora a dos maestros con quienes trabajé y de los que aprendí mucho.
El primero es el doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias, quien, habiendo asumido el cargo de ministro de Educación con el presidente Belaunde, en 1963 expresaba: “Además de resolver el problema de la infraestructura hay que encarar el problema del exilio que se ha creado debido a una serie de profundas razones históricas que han reducido a las grandes mayorías a la condición de exiliados en su propia patria. Mientras que este exilio que es sobre todo cultural no termine; mientras las grandes mayorías, especialmente campesinas, no sean incorporadas al sistema educacional de la patria, el Perú seguirá siendo un país desgarrado y jamás podrá salir del subdesarrollo en que se encuentra”. Y también se expresaba que por ser el magisterio una de la claves fundamentales del desarrollo y en búsqueda de su dignificación, el ministro Miró Quesada acudió al Parlamento en el mes de noviembre de 1963 presentando el Proyecto del Ejecutivo del Estatuto y Escalafón Magisterial, que se convertiría en la Ley 15215, que desde múltiples direcciones abordó el problema de la dignificación del maestro.
Luego, cómo no recordar a Carlos Cueto Fernandini, un maestro de vocación que siempre supo poner en alto la misión del magisterio. Afirmaba que no sería posible llevar a cabo una reforma integral de la educación sin hacer realidad el papel del profesor como líder del proceso educativo. Llegó a sintetizar su pensamiento con una verdadera plegaria al maestro, de la cual solo quiero recordar una breve cita: “Es maestro todo aquel que se siente capaz de trabajar empeñosamente al servicio de un ideal, sin guardar para sí los frutos de su trabajo [...]. Es maestro todo aquel que quiere hacer de los demás hombres maestros como él, si lo es de veras cualquier ser humano puede ser maestro”.
En los momentos actuales que vivimos, y sin ninguna mezquindad, reconozco que el mayor logro en el campo educativo del gobierno de Alan García lo constituye la actual Ley de Carrera Pública Magisterial. Era un paso que el país reclamaba para renovar y modernizar la Ley del Profesorado. Esta afirmación la hago porque siendo yo en 1984 ministro de Educación del presidente Belaunde, nos correspondió promulgar la Ley del Profesorado, que se irá extinguiendo al ampliarse la aplicación de la nueva carrera pública magisterial. En la promulgación de esa norma legislativa, el presidente Belaunde expresó: “Este acto es una de las grandes compensaciones que tienen las preocupaciones y sinsabores del Gobierno… las grandes satisfacciones de dar pasos hacia el porvenir, pasos de afirmación y de verdadero progreso para el desarrollo cultural y económico del país; ese es el sentido que tiene la Ley del Profesorado”.
Y concluía sus palabras diciendo: “Desde luego nuestros sucesores en el Poder Ejecutivo y Legislativo tendrán que mejorar estas condiciones que encierra la ley, pero de ninguna manera derogarlas ni empeorarlas: esa es la gran misión que les dejamos, ese es el legado que ellos reciben del gobierno constitucional que me honro en presidir”.
Le ha correspondido a la actual administración gubernamental tomar la posta y dar al magisterio una buena ley, que en términos generales recoge los planteamientos del Proyecto Educativo Nacional y que debe perfeccionarse en su aplicación y asegurar el financiamiento futuro. No pienso que algunos puedan seriamente pedir su derogatoria, pues ello constituiría un enorme retroceso para la educación nacional. Si fuera necesario perfeccionar la norma, existen otros caminos para lograrlo y, en cambio, debemos todos seguir impulsando la concreción del sueño —que ya se hace realidad— de tener “maestros dignos, bien formados y reconocidos como los auténticos gestores del cambio educativo que busca el Proyecto Educativo Nacional”.
[*] Ex ministro de Educación

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