jueves, 14 de octubre de 2010

Ciencias Sociales







PUNTO DE VISTA

Invirtiendo con sentido común
Por: Álvaro Ferrand Economista *


Jueves 14 de Octubre del 2010

La importancia de diferenciar entre el precio y el valor de una acción fue ejemplificada con maestría por el padre del análisis de acciones, Benjamin Graham, quien años atrás, en una revista para mujeres, recomendó a sus lectoras comprar acciones como compraban frutas y verduras, no como se adquiere un perfume. Las pérdidas más fuertes en el mercado de acciones –puntualizó– ocurren cuando los compradores se olvidan de preguntar: “¿Cuánto vale?”.

Si entendemos que “precio es lo que pagas y valor lo que recibes” (Warren Buffett), y nos enfocamos en el cambiante diferencial entre precio y valor, podremos comprar acciones a precios por debajo de su valor real.

Para tener una idea de qué tan lejos de su valor real puede oscilar una acción, la siguiente anécdota puede ser ilustrativa. La historia cuenta de un promotor de negocios que a finales de los años 90 comparte con un amigo una brillante idea que está seguro lo convertirá en millonario. “Es una página web en que puedes comprar billetes de un dólar por solo cincuenta centavos”. Su amigo, confundido, le responde: “Sin duda parece una proposición interesante, ¿pero cómo piensas hacer dinero?”. A lo cual el promotor, cerciorándose de que no haya nadie a su alrededor, le susurra: “Por volumen”.

El hecho de que el mercado demostrara tan poco criterio valorizando negocios similares, pero reales durante la burbuja de Internet, es un buen ejemplo del grado al que los precios pueden desligarse del valor real de una compañía y del mercado olvidándose de preguntar cuánto vale.

El mismo culpable, es decir, la naturaleza humana, garantiza que en otras ocasiones los inversionistas –paralizados por temor– valoricen compañías prometedoras a una fracción de su valor real, como ocurrió en el Perú durante la crisis del 2007/2008. Entre ambos extremos, estamos convencidos de encontrar oportunidades, aunque rara vez a 50%, sí ocasionalmente a 80% y con frecuencia a 90% del valor de una compañía.

[*] Administrador de Patrimonios en Compass Group

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