viernes, 25 de marzo de 2011

Ciencias





FILOSOFEMAS

El Día Universal del Agua
Por: Francisco Miró Quesada C*
Viernes 25 de Marzo del 2011



Hace pocos días se celebró el Día Universal del Agua. Se trata de un día fundamental, porque el agua es imprescindible para nosotros, los seres humanos. El agua cubre una porción del planeta mucho más grande que el área continental: las dos terceras partes del globo están cubiertas por ella. Pero se trata en su mayor parte de agua salada, que no podemos tomar. El agua que bebemos proviene de los glaciares o de la lluvia. Pero sucede algo grave: el calentamiento global está contribuyendo a que los nevados se derritan, lo que produce una escasez cada día mayor de agua dulce. Quedan las lluvias, pero cuando hay períodos de sequía la situación se torna crítica.

El agua es, en realidad, muy abundante. Pero el agua que bebemos debe, de todas maneras, ser potable. El agua es tan importante para la vida, que no podemos estar muchos días sin beber. Podemos aguantar el hambre. Hay huelgas de hambre que pueden durar hasta casi treinta días. En cambio, no hay huelga de agua, porque nuestro cuerpo la necesita permanentemente. Lo más que podemos estar sin beber son dos o tres días. Más de tres días provoca la muerte.

Ahora bien, el agua dulce, por el calentamiento global, se torna más escasa en el mundo. Y esto es un problema gravísimo.

El calentamiento global es una verdadera maldición. Cuando meditamos cómo y por qué se produjo, no podemos dejar de pensar en la Biblia. El orgullo y la ambición de los hombres los llevó a construir una torre gigantesca, para llegar al cielo: la Torre de Babel. En la época en que se construyó, se creía que el cielo era un lugar azul que podía alcanzarse. Pero Dios castigó el orgullo humano e hizo que todos hablasen idiomas diferentes, de manera que no podían entenderse entre sí. Este hecho fue una especie de explicación de por qué existían tantos idiomas distintos. Pues bien, el calentamiento global puede parangonarse con la Torre de Babel. El hombre creó una civilización cada vez más avanzada. Conforme pasaban los años, inventaba nuevos artefactos, pacíficos o bélicos. Primero, apareció el automóvil, luego el avión. En los países más avanzados, surgieron enormes fábricas, grandes sistemas de refinación de petróleo, necesarios para hacer gasolina para que los automóviles pudieran movilizarse. Se explotó también el carbón, que se utilizaba para los trenes y los buques en una primera etapa. Luego, los trenes se movilizaban por medio de la electricidad y lo mismo los barcos. Se construyeron grandes sistemas para producir electricidad y, para ello, fue necesario utilizar una serie de procedimientos complicados. Las fábricas, cuando funcionaban, emitían humo y otras, más avanzadas, emitían calor. Y así la civilización siguió avanzando. Hasta que un día, un hombre genial, llamado Al Gore, que fue vicepresidente de Bill Clinton, dijo una verdad incómoda: la Tierra se va calentando poco a poco, lo que significaba un desastre para toda la humanidad. En efecto, al aumentar la temperatura del mar, muchas especies marinas estaban dejando de existir. Además, el clima se había vuelto totalmente impredecible. En algunas regiones, la nieve caía hasta hacer imposible el tráfico y, en otras partes, se producían sequías de larga duración. En último término, el calentamiento global, producido por el efecto invernadero, haría del planeta un lugar en que sería imposible vivir y el ser humano terminaría su existencia. Es como si Dios hubiera decidido castigar al hombre por su exceso de soberbia.

Se está haciendo lo posible para evitar que el calentamiento global siga aumentando. Pero, desgraciadamente, algunos países no cumplen con lo que se debería hacer. Siguen explotando el carbón y los automóviles siguen quemando gasolina, que es una de las múltiples causas del calentamiento global. Pero lo más grave de todo es que, hágase lo que se haga, no puede detenerse el calentamiento. Y, por eso, la humanidad está condenada a desaparecer. Probablemente, habrá guerras producidas por la necesidad de apoderarse de un territorio donde exista agua dulce. En fin, un atroz destino se cierne sobre la humanidad. ¿Cuántos años podrá sobrevivir mientras el calentamiento global sigue aumentando? No lo sé. Pero lo que sí es seguro es que algún día se extinguirá para siempre. El homo sapiens habrá utilizado su sabiduría para destruirse a sí mismo.

(*) Director general

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