lunes, 25 de abril de 2011

Orientación y Consejería, Religión, Pastoral







EN SEMANA SANTA

La importancia de la gratitud
Por: Joaquín Díez Esteban Sacerdote
Lunes 25 de Abril del 2011

Una expresión de amor y de unidad es el agradecimiento. La gratitud es la manifestación de la generosa valoración del bien recibido. Es la apreciación valiosa del don que nos han regalado. A veces se percibe el Jueves Santo con un sentido cristiano de pena o dolor, a causa de la inminente traición y encarcelamiento de Jesús de Nazaret en aquella memorable noche. Pero su grandeza nos lleva a detener nuestros afanes diarios para reflexionar sobre el agradecimiento, el sentido divino de nuestra vida y de los acontecimientos del mundo.

Son tan significativos y decisivos para la fe cristiana los acontecimientos sucedidos en Semana Santa, que impulsan a dar gracias a Dios por tantos dones que nos entrega. Magníficos dones, inmensos regalos para la Iglesia, pero que tienen una repercusión benéfica para toda la humanidad. Se siente que el Señor está presente en todos nuestros acontecimientos personales.

¿Qué falta en el mundo actual? El amor sincero, auténtico y generoso. Dios que es amor se hizo hombre para enseñarnos a amarnos. Estaba ya mandada la necesidad de amar a los demás como a uno mismo. Pero Cristo con un mandamiento nuevo nos pide un amor más intenso con el prójimo. Amar a todos los demás como Él los amó en su vida terrena: hasta el sacrificio.

Después de veinte siglos, subsisten mucha violencia, guerras civiles, corrupción de costumbres y la falta de un amor desinteresado. El mandamiento sigue nuevo, ignorado, desvirtuado por los planteamientos egoístas.

Cerca de medio millón de sacerdotes católicos han renovado en la Iglesia sus promesas de fidelidad. Es verdad que algunos han faltado o faltan a esta fidelidad. También es verdad que por este motivo una nube de dudas se ha cernido sobre la figura del sacerdote. Pero como las nubes que se destilan en un pequeño aguacero desaparecen, para dar lugar al sol, también brillan como estrellas en el firmamento algunos sacerdotes que dan la vida por la fidelidad a Dios.

Amor con amor se paga. La gratitud sin obras de correspondencia al bien recibido es como el viento que sopla sin dejar rastro.

Como decía Marta a María: “El Señor está allí y te llama”. Nos llama a todos para que aprendamos la lección de amor y servicio que Él dio a su apóstoles, con el humilde servicio de lavarles los pies, para que vivamos –en todas las circunstancias de nuestra vida y con todas las personas sin ninguna excepción– el mandamiento del amor que hoy nos enseña con la magistral pedagogía de su ejemplo.

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