viernes, 26 de agosto de 2011

Ciencias Sociales






IGNIDAD HUMANA

Bioética y derechos

Por: Hugo Calienes Bedoya (*)
Viernes 26 de Agosto del 2011
El 27 de julio “El Peruano” publicó el Decreto Supremo 011-2011-JUS, que aprueba los lineamientos de bioética, en concordancia con los derechos humanos que se deben tener en cuenta en la investigación biomédica, en el ejercicio de las profesiones de la salud y en la tutela del medio ambiente, biósfera y biodiversidad. Era una de las decisiones pendientes y se promulgó el último día de gobierno del presidente Alan García. Merece un reconocimiento por ese acierto. Se trataba de una laguna por llenar, precisamente en momentos en los que la tecnología irrumpe con fuerza y no poca agresividad.
Respeto por la dignidad humana es la clave del decreto. Por muy atractivas que se muestren las actuales y futuras investigaciones, si se olvida que el fin no justifica los medios, se termina yendo contra el claro principio kantiano: la persona (la humanidad) es un fin en sí misma y nunca puede ser instrumentalizada.
Además, hace hincapié en la visión personalista de la bioética. En América se ha venido cultivando la bioética principialista, por lo práctico de su aplicación. Esta bioética proviene de EE.UU. Su génesis fue la reacción indignada del gobierno por el Caso Tuskegee, experimento realizado con ciudadanos negros del estado de Alabama. Para evitar sucesos parecidos se creó una comisión que fijara criterios para todo ensayo clínico. El resultado fue el Informe Belmont, que fue luego reelaborado por T. Beauchamp y J. Childress, quienes ‘alumbraron’ los actuales principios de esta bioética. Por tratarse de una bioética adaptada carece de fundamentación antropológica y filosófica consistente (mezcla el deontologismo con utilitarismo consecuencionalista) y cuando se presentan los auténticos dilemas éticos, los derechos humanos salen casi siempre vulnerados.
En cambio la bioética personalista es mucho más rica y tiene un sólido fundamento antropológico y filosófico. Sus principios, si bien algunos se pueden solapar con los de la bioética principialista, por ser de carácter universal, son más completos y respetan la dignidad humana y sus derechos. Si hacemos una comparación entre ambas, fácilmente comprobamos las ventajas de una sobre otra de cara a esta defensa. Ahora es responsabilidad de los comités de bioética de hospitales, clínicas y centros de investigación, así como de los profesionales de la salud y medioambientalistas, iniciar una capacitación ad hoc para manejarse con soltura dentro de los principios de esta bioética.
(*) Rector Universidad Católica Santo Toribio De Mogrovejo – USAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario