martes, 18 de octubre de 2011

Ciencias Sociales






PUNTO DE VISTA

Crisis y déficit fiscal

Por: Carlos Parodi Trece Economista *
Martes 18 de Octubre del 2011
Imagine usted que los ingresos que genera no son suficientes para cubrir sus gastos. Puede usar sus ahorros y mantener el nivel de gasto. Cuando los ahorros se agotan tiene la opción de endeudarse, financiando el exceso de gastos sobre los ingresos. Sin embargo, y esto es clave, no soluciona el problema de fondo que puede verse de dos maneras no excluyentes: o gasta mucho o tiene pocos ingresos. Mientras no aumente sus ingresos o reduzca sus gastos, podrá endeudarse hasta cierto límite. Más allá del mismo solo le queda tomar uno de los dos caminos descritos.
Esto es lo que le ha ocurrido a los gobiernos de Estados Unidos y de varios países de Europa. Cuando los ingresos superan los gastos aparece el superávit fiscal. En caso contrario surge el déficit fiscal.
Algunos sostienen que debe aumentarse tal déficit para que el mayor gasto público incentive la demanda y reactive la producción; otros, entre los cuales me incluyo, defienden la posición de ajustarse (bajar el gasto público) para reducir el déficit fiscal. El primer camino se intentó hacia 2010 sin éxito sostenible.
Durante la década del 90, el Gobierno de Estados Unidos tuvo superávit fiscales; los primeros diez años del siglo XXI mostró la figura opuesta: déficit fiscal. Esto significa dos cosas: por un lado, el problema fiscal venía desde antes de la crisis financiera que estalló en 2008; por otro, el Gobierno se endeudó más, para poder financiar los programas de estímulo económico del 2010.
Ahora quiere gastar igual que antes y no puede, pues ya no es posible endeudarse más. Solo quedan las dos opciones: aumentar los ingresos o ajustar los gastos. Los años de exceso tienen que pagarse. Es el costo de no haber respetado un equilibrio económico básico. Por eso el déficit fiscal no es de izquierda ni de derecha.
El problema es que las soluciones son políticamente difíciles. Si los contribuyentes decidieran pagar la deuda pública de los Estados Unidos, cada uno tendría que aportar 132 mil dólares por encima de los impuestos que paga regularmente. La historia muestra que la alternativa es reducir el gasto público con el consiguiente costo político y social de modo de liberar recursos para pagar la deuda. No queda otra. América Latina ya lo hizo durante la década de los años 80.
[*] Universidad del Pacífico

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