jueves, 16 de febrero de 2012

Ciencias Sociales






DIVORCIO ENTRE LOS NIVELES DEL PODER

Deficiente articulación entre el Gobierno y las regiones

Por: Raúl Ferrero Costa Jurista
Jueves 16 de Febrero del 2012
La Constitución establece con claridad que la organización política de la República es unitaria, representativa y descentralizada. Nuestros fundadores prefirieron el Estado unitario en vez del federal, como son los casos de Estados Unidos de Norteamérica o Brasil.
Desde hace 190 años batallamos para que el Estado unitario se descentralice para así lograr nuestro desarrollo integral.
Hasta la fecha este propósito no ha tenido éxito y, por el contrario, el sistema de subdividir nuestro territorio en 26 regiones nos ha dado pobres resultados, entre otras razones, porque cada región se siente equivocadamente autosuficiente.
Los dos serios intentos por crear macrorregiones (con los presidentes Toledo y García) no funcionaron, principalmente porque ninguna de las actuales regiones aceptaba que la macrorregión por crearse tuviese como capital a una ciudad que no fuese de su región.
A esto se agrega un problema tan serio como el anterior, como es la falta de articulación entre el Gobierno Nacional y las regiones.
Las reuniones de los presidentes regionales con el presidente de la República son ocasionales, por lo que no logran concretar el funcionamiento de una coordinación efectiva, ni se hace seguimiento sobre lo que se acuerde.
La realidad es que nuestro país se encuentra administrativa y políticamente desarticulado.
Esto hace que los líderes regionales, ya sean presidentes (deberían denominarse gobernadores) de región o representantes de frentes regionales, se sientan independientes del Gobierno Nacional y hasta lo miren como uno ajeno.
Esta pugna, nada edificante, está llevando a enfrentamientos inútiles entre los gobiernos representativos de las regiones y el Gobierno Central.
Así, a pesar de que los gobiernos regionales no llegan a ejecutar ni dos tercios de sus presupuestos anuales, usualmente culpan al Poder Ejecutivo de no proveer a tiempo los recursos que les corresponden o que el filtro del SNIP (Sistema Nacional de Inversión Pública) es demasiado exigente con los proyectos regionales que son sometidos a su aprobación.
Aunque haya algo de verdad en esto último (el SNIP debería flexibilizarse), también es cierto que resulta indispensable que exista dicho mecanismo para así evitar el dispendio o la obra superflua, como aquel monumento al árbitro de fútbol en Tumbes.
No pensamos que la culpa de esta desarticulación cada vez más complicada tenga como responsable a ningún gobierno regional en particular.
Sí creemos que el esfuerzo más grande de articulación depende del Gobierno Nacional que debería priorizar esa coordinación para beneficio del país.
Gran parte de los desencuentros que estamos presenciando en los últimos tiempos se debe a ese insuficiente esfuerzo por entender las necesidades de cada región, y así buscar juntos soluciones que favorezcan el interés nacional.
Las regiones no pueden ser compartimentos estancos si es que queremos que el Perú siga creciendo al ritmo que nos permita llegar a alcanzar el desarrollo en los próximos diez o quince años.
No estropeemos lo logrado, simplemente por nuestra incapacidad de ver que la desarticulación del Gobierno Central con las regiones viene acentuándose cada vez más.
Finalmente, a esto se agrega que dentro de las regiones se vienen produciendo hechos ilícitos tolerados por las autoridades, que llevan a profunda preocupación, como es el caso de los mineros ilegales en Madre de Dios o en Chumbivilcas (Cusco) en que insólitamente terminan poniendo condiciones que las autoridades acaban aceptando.

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