jueves, 22 de marzo de 2012

Historia, geografía y economía






RELACIÓN RENOVADA ENTRE AMÉRICA Y ESPAÑA

La Constitución de Cádiz

Por: Juan Carlos Sánchez Alonso Embajador de España en el Perú
Jueves 22 de Marzo del 2012
Conmemoramos estos días el Bicentenario de la Constitución de Cádiz, promulgada en esa hermosa ciudad andaluza el 19 de marzo de 1812, festividad de San José (por lo que fue conocida popularmente como “La Pepa”), que supuso un punto de inflexión en la historia contemporánea de España y de Iberoamérica.
A pesar de su corta vigencia, consecuencia de la restauración absolutista decidida por Fernando VII, los principios de soberanía nacional, libertad individual, representación, separación de poderes e igualdad ante la ley que se recogen en la Constitución gaditana tuvieron un gran impacto en los procesos de emancipación de las naciones iberoamericanas. Las bases doctrinales de “La Pepa” tuvieron su reflejo en la Constitución peruana de 1823, así como en las distintas constituciones españolas de signo liberal a lo largo del convulso siglo XIX.
En la redacción del texto constitucional participaron hasta ochenta y seis representantes americanos, con una destacada representación peruana. Entre los constituyentes peruanos figuraban Vicente Morales Duárez, Ramón Feliú, Dionisio Inca Yupanqui, Blas de Ostolaza y Antonio Zuazo. Morales Duárez llegó incluso a presidir la asamblea, estando su peripecia personal muy unida al devenir de la nueva Carta Magna, ya que falleció pocas semanas después de su aprobación. Dieciséis diputados peruanos se incorporaron a las cortes ordinarias.
En Cádiz, los iberoamericanos adquirimos conciencia, por primera vez, de ser ciudadanos libres, iguales en derechos y deberes. Hoy, doscientos años después, hemos de ser capaces de conjugar estos principios esenciales con realismo histórico y político en favor de nuestros pueblos, reconociendo el valor fundamental de la libertad, la democracia y los derechos humanos, desde el respeto a las distintas ideologías.
Con este propósito y bajo el título “Una relación renovada en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz”, la Vigésima Segunda Cumbre Iberoamericana reunirá los días 16 y 17 de noviembre en Cádiz a los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos para reflexionar sobre el futuro de nuestra comunidad.
Desde la primera cita, que tuvo lugar en 1991 en México, hemos sabido construir un rico acervo político, económico, social y cultural. Hemos consolidado nuestras democracias y el Estado de derecho. Contamos con un vasto tejido de programas de cooperación y con una cultura compartida de gran vitalidad, asentada sobre la creciente vigencia universal de las dos lenguas hermanas, el español y el portugués, que se manejan en el espacio iberoamericano, lo que permite una cooperación sólida y dinámica.
En la era de la globalización, la Comunidad Iberoamericana constituye un activo extraordinario para que nuestros países tengan una presencia relevante en la economía, en la cultura y en las relaciones internacionales. Por ello, debemos dar un nuevo impulso a las Cumbres Iberoamericanas, sin perjuicio de nuestra presencia en otros foros que las complementan y enriquecen.
En las dos décadas que han transcurrido desde Guadalajara, el mundo ha cambiado radicalmente. En palabras del presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy: “Una nueva realidad implica una nueva relación entre los miembros de esta comunidad. Si bien es cierto que España y la Unión Europea tienen mucho que ofrecer a Iberoamérica, hay que ir más allá. Hay que completar el enfoque y empezar a definir qué protagonismo puede desempeñar Iberoamérica en España y en la Unión Europea. Creemos en una relación en ambos sentidos, de doble vía, y de mutuo interés y confianza”.
Queremos que la Cumbre de Cádiz sirva para que todos los jefes de Estado y de Gobierno debatan sobre cómo renovar nuestra relación y hacerla más equilibrada. Debemos centrar nuestros esfuerzos de cooperación en dar respuesta a los problemas reales de nuestros ciudadanos en materia de bienestar, empleo e inclusión social y utilizar la enorme riqueza de la cultura y las lenguas que compartimos para aprovechar el presente y ganar el futuro.

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