Los secretos que esconden las monstruosas gárgolas de la catedral de Notre Dame
Cientos de gárgolas constituyen uno de los rasgos más reconocidos de esta joya de la arquitectura gótica en la Île de la Cité, en el centro de París

Las gárgolas permiten drenar el agua de lluvia del techo de la catedral de Notre Dame hacia la calle.
El devastador incendio que destruyó gran parte de la catedral de Notre Dame en París no
logró, afortunadamente, borrar de su fachada las cientos de gárgolas
que constituyen uno de los rasgos más reconocidos de esta joya de la
arquitectura gótica en la Île de la Cité, en el centro de la ciudad.
Estas figuras
monstruosas —medio animales y medio humanas— cumplen un papel en la
conservación del edificio: recogen el agua de lluvia que cae sobre el
techo y la expulsan lejos de las paredes de piedra que conforman su
estructura.
Por eso son protuberantes y, cuanto mas sobresaliente son, mejor cumplen su labor.
Sin embargo, no
son todas gárgolas las que vigilan con sus ojos demoníacos a los cerca
de 13 millones de turistas que visitan la catedral cada año. Muchas de
ellas son en realidad quimeras: similares a las gárgolas pero con una
función meramente decorativa.
Adición tardía
Pero estas estatuas que están tan ligadas a la imagen de Notre Dame no forman parte de su construcción original, finalizada en 1345.

Las gárgolas son obra del escultor Victor Joseph Pyanet.
Fueron añadidas mucho después, a mediados del siglo XIX,
durante un proyecto de restauración que se desarrolló entre 1843 y
1864, liderado por los arquitectos Eugène Viollet-le-Duc y Jean-Baptiste
Lassus, quien falleció antes de que se completara la obra.
Fueron hechas por el artista Victor Joseph Pyanet, cuyo nombre muy pocos hoy recuerdan.

"Vigilando" la ciudad de París, se erige una gárgola en forma de mono alado en las alturas de Notre Dame.
Un dato que quizás no todos conocen es que, de algún modo, deben su presencia al novelista francés Víctor Hugo.
Tal fue el
éxito que tuvo su novela "Nuestra Señora de París" (1831), que cuenta la
historia del jorobado Quasimodo que cuida de las campanas de la iglesia
y que se enamora de la gitana Esmeralda, que el público francés comenzó
a mostrar un renovado interés por el patrimonio histórico y, en
particular, por su icónica catedral.
De hecho, tras
la publicación de la novela, las autoridades francesas crearon la
Comisión de Monumentos Históricos, explica la experta en literatura
francesa y profesora emérita de la Universidad de Princeton, Suzanne
Nash.
Victor Hugo
fue una de las figuras notables que presionó para que se restaurara la
catedral y luego participó activamente en un subcomité de tres personas
que supervisó el proyecto de restauración presentados por los
arquitectos a cargo de la obra.
Preocupaciones científicas de la época
Además de su
función práctica, las gárgolas de las iglesias cumplían una función en
el plano simbólico: como en la Europa medieval pocos sabían leer, los
clérigos utilizaban estas figuras para representar visualmente los
horrores del infierno, y así animar a la gente a acudir a la iglesia.

No todas son gárgolas. Algunas son quimeras, es decir, no tienen una función práctica sino puramente decorativa.
Al estar
emplazadas en el exterior del edificio, eran una suerte de recordatorio
de que el demonio habitaba fuera de la iglesia, mientras que la
salvación se encontraba dentro.
Sin embargo,
en opinión de Michael Camille, historiador de arte especializado en el
Medioevo europeo, y autor de "Las gárgolas de Notre Dame:
medievalismo y los monstruos de la modernidad", los rasgos monstruosos
de las gárgolas de la catedral no son el resultado de pesadillas ni
elementos de control espiritual, ni de subyugación de fuerzas
demoníacas.
En cambio, dice el académico, están inspirados en debates científicos de la época.

Cuanto más larga, más lejos empuja el agua acumulada.
Para Camille,
la integración de rasgos animales y humanos en las gárgolas y quimeras
reflejan las preguntas candentes del momento en torno a medicina,
evolución y paleontología, entre otras ramas de la ciencia.
"¿Es la
humanidad una rama de la animalidad? ¿Son los fósiles restos de
criaturas míticas o restos de criaturas prehistóricas extintas?", son algunas de las preguntas reflejadas en estas curiosas esculturas, dice.
Para Camille las gárgolas son "elementos de salvación no del alma sino del cuerpo del edificio".
"Son parte del sistema de elementos de restauración que preservan y protegen la estructura (de la iglesia)".
No todo es culpa del fuego
Si miras atentamente las fotos de la catedral, verás que muchas ya no están en su sitio.
Algunas ya habían sufrido la erosión del tiempo, y habían sido retiradas de la fachada por temor a que colapsaran.
En su lugar, verás que hay caños de PVC para drenar el agua.
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