El Comercio 19 de noviembre del 2008
PUNTO DE VISTA
¿Tiempos de negación?
Por Luis Felipe Calderón. Psicólogo*
Lo último que necesita un ejecutivo en su vida y en su trabajo es mayor incertidumbre. Si en condiciones de tranquilidad económica la incertidumbre ya se le hace difícil de soportar, ¿qué pasa cuando esa tranquilidad desaparece? Así, cuando arrecian tiempos como este, cuando se anuncian quiebras y pérdidas fabulosas, todos quisiéramos creer la fantasía de que el Perú capeará el temporal a pesar de que los países ricos se preparan para lo peor.
Aquí se hace pertinente recordar el concepto psicológico de "negación" que es un mecanismo de emergencia que, por pretender ayudarnos, puede terminar llevándonos al desastre.
A pesar de que el miedo es un utilísimo mecanismo de autoprotección, también puede tener efectos paralizantes o nos puede llevar a tomar decisiones precipitadas. Por eso, cuando el miedo a la incertidumbre pasa un cierto nivel y se vuelve peligroso, los humanos usamos un mecanismo de emergencia llamado "negación", que nos permite mantener el optimismo a pesar de que las señas de la realidad nos avisen de un desastre inminente.
Por ello, negarnos a ver el peligro en ciernes puede ser útil durante un período muy corto, especialmente cuando ese peligro no resulta tan cercano y cuando, por pura casualidad, al final resulta que no era un peligro tan grave. Esta negación nos puede permitir seguir actuando con la cabeza fría a pesar de la amenaza, y este es su único lado positivo.
Pero esa comodidad temporal y engañosa actúa como una droga: te habitúas a ella y quisieras seguir disfrutándola hasta cuando ya no debieras... incluso cuando tienes el desastre encima puede que sigas queriendo negar la realidad para no sentir el dolor del golpe. Este ha sido el caso del ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que jugó con la tasa de interés de modo irresponsable y recién hoy puede reconocer que él fue uno de los artífices de que la crisis haya crecido sin control.
La negación es, entonces, un mecanismo psicológico muy dañino pues, al hacernos ignorar los peligros, permite que los riesgos se transformen en crisis y que, al no evaluar adecuadamente la magnitud de una crisis, esta se transforme en desastre.
Pero, saberlo no nos detiene y los humanos seguimos siendo adictos a la negación. Si no, cómo explicar que haya gente que le haya vuelto a dar su dinero a Carlos Manrique, o que cada vez que aparezca una pirámide mucha gente vuelva a entrar en ella o que los genios de Wall Street (con todos sus millones y sus grados académicos) no hayan aprendido nada de la crisis de las empresas punto.com (2001) permitiendo que la burbuja se repita siete años después.
Aunque quisiera, no encuentro forma de terminar este artículo con una nota de esperanza, pues en este grave contexto las palabras de esperanza pueden invocar, más bien, la insana necesidad de negar lo que viene. Y, la verdad sea dicha, es mejor que Dios nos coja confesados y con los santos óleos al día.
* PROFESOR ASOCIADO DE LA UNIVERSIDAD ESÁN.
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