lunes, 16 de marzo de 2009

Ciencias Sociales, Ciencias

El Comercio 15 de marzo del 2009

EL COMERCIO EN LAS PLAYAS

Pequeñas porciones del paraíso
En las islas chalacas usted puede nadar con lobos marinos y ver pingüinos de Humboldt

Por: Alberto Villar Campos

El lobo marino gruñe un par de veces, muestra sus colmillos y se zambulle. Esta historia no empieza aquí, cuando estoy nadando muy cerca de él, sino una hora y media antes, en momentos que 27 personas suben a un yate en la plaza Grau del Callao con la intención de experimentar una de las travesías más inolvidables de sus vidas.

Melusine —bautizado así por el espíritu femenino que protege los mares— es la embarcación que nos llevará a las islas chalacas. Alfredo Zavaleta es el dueño de Ecocruceros —la empresa que desde hace 12 años visita a diario estos lugares— y el guía del tour. Al subir a su yate, nos entrega una pastilla para el mareo porque “en 40 minutos —dicen— pasaremos por una zona movida”.

El primer lugar al que llegamos es el Camotal, ubicado a 15 minutos del puerto y que formó parte del Callao antes de desaparecer con el terremoto de 1746. En esta zona, las olas rompen lentamente y la profundidad es de medio metro: una persona podría fácilmente pararse allí y el agua no le llegaría ni a la cintura.

Mientras tanto, una niña se ha quedado profundamente dormida en los brazos de su padre. “Los bebes tienen una regresión —dice Zavaleta—. Se sienten como en el vientre de su madre”. A diferencia de ella, metros más allá, los primeros estragos del viaje se apoderan de las personas que eligieron no tomar la pastilla.

HISTORIAS DEL MAR CHALACO
Bordeamos la isla San Lorenzo, el segundo punto de la visita, y tres turistas alistan sus trajes y tanques de oxígeno. Son una pareja que vino de Estados Unidos, una maestra y un biólogo marino para nada amigables; y Julián Garzón, un buzo de Canarias que semanas atrás participó sin suerte en la búsqueda de una adolescente a quien lanzaron de un puente al río Guadalquivir, en Sevilla. “Me gusta la tranquilidad porque dentro del mar no hay ruido —dice, refiriéndose al buceo—. Pero además, en estos tiempos de crisis, es un trabajo muy rentable”.

La isla San Lorenzo tiene 4 kilómetros de largo y allí están los dos centros de descanso para miembros de la Marina de Guerra y el búngalo presidencial. Zavaleta dice que en este último Abimael Guzmán pasó los primeros ocho meses de su detención tras su captura en 1992. “Su primer castigo fueron unas vacaciones”, bromea. Cerca de la isla, unas pequeñas embarcaciones recogen conchas de abanico día y noche.

El yate avanza a 15 kilómetros por hora y uno puede ver la inmensa isla El Frontón y su forma de hombre recostado. Las gaviotas parten el mar en dos como si fueran rocas que caen del cielo y otras dibujan una línea en el horizonte hasta perderse.

UNA PARADA SUBMARINA
Una hora después llegamos a las islas Palomino, donde el olor del guano y los primeros rugidos de los lobos borran de un porrazo la tranquilidad de la isla Cavinzas, con sus miles de aves reposando en sus grutas y cavernas.

Es la segunda vez que voy a bucear, pero esto, sin embargo, dura poco: la corriente de Humboldt hace de las suyas con un principiante como yo y en unos minutos me siento otra vez perdido en un infierno de inmensas rocas y agua turbia. El oxígeno no me falta, pero me he puesto tan nervioso que, al salir a la superficie, opto por solo disfrutar panza arriba de los lobos que se mueven a mis costados, hasta que uno de ellos decide jugar conmigo a su manera: me observa, se acerca y gruñe. Es su forma de saludarme y, a la vez, mi forma de despedirlo.

No fui el único que entró al mar: otras tres personas han vivido también la experiencia de nadar junto con estos animales veloces y juguetones. Sus risas lo dicen todo.

Cuarenta minutos después, la travesía llega a su fin. El océano es una mancha verde plagada de malaguas. Atrás quedaron los pingüinos Humboldt y sus solemnes figuras dibujadas sobre las islas. A pesar del cielo nublado de la orilla, nada nos hará olvidar que la vida está compuesta por estos pequeños paraísos anclados en el mar.

EL DATO
Un tour inolvidable
Si usted desea realizar un tour por las islas del Callao, comuníquese con Ecocruceros a los teléfonos 242-6655 y 99910-8396. Los paseos se realizan de lunes a domingo en dos horarios: 10:00 a.m. y 2:30 p.m

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