jueves, 6 de agosto de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 6 de agosto del 2009

PUNTO DE VISTA

Los verdaderos núcleos ejecutores
Por: Carlos M Adrianzén Economista*


Décadas de gobiernos —y educación pública socialistona— nos han dejado un penoso legado. Los peruanos creemos que el Gobierno y su gasto son los elementos básicos del desarrollo nacional. Aunque cualquier revisión minuciosa de la historia peruana confirma que nuestras etapas de mayor crecimiento económico nunca se han asociado ni con más gasto ni con mayores regulaciones estatales, la gente cree lo contrario.

Todo esto tiene una sencilla explicación: a los peruanos se nos ha educado mirándonos poco y rellenándonos de creencias estatistas. Aun hoy —en medio de una súbita recesión global que contrae significativamente exportaciones e inversión privada—, apostamos entusiastamente por inflar el gasto estatal manteniendo el tipo de cambio nominal virtualmente fijo. Lamentablemente, como cualquier estudiante de economía puede anticipar, esta combinación de dólar abaratado con gasto burocrático acelerado resulta poco inteligente. Día a día, con tasas de crecimiento económico desinflándose, todo sugiere que la economía peruana se encamina a una recesión. Una —nótese— que pudo ser razonablemente evitada.

Frente a este panorama, la clase política local culpa a las instancias burocráticas a todo nivel (local, regional o central). Les achaca carecer de capacidad de gasto; a pesar de que el ritmo anualizado de crecimiento del gasto de capital del Gobierno Central supera el 40% a junio pasado. En buen español: a pesar de sus hiperactivos afanes, se les culpa de —supuestamente— causar el enfriamiento acelerado de nuestra economía.

Como resultado de esta confusión, el presidente Alan García ha alborotado (infundadamente me temo) el gallinero político local. Muchos discuten en tono sesudo sobre la “descentralización del gasto”, o la viabilidad o lógica subyacente detrás de la implementación de núcleos ejecutores. Es posible que cualquier intento de acercar en manejo de los recursos fiscales a la gente implique niveles de eficiencia, transparencia y eficacia mucho mayores a los que hoy puede detentar cualquiera de los niveles de gobierno. Pero también es posible que estas buenas intenciones presidenciales se vean holgadamente bloqueadas y hasta desnaturalizadas por los múltiples planos legales de control de la asignación de los recursos públicos.

Por todo esto considero que hablar de núcleos ejecutores eficaces implica descartar viejas estafas ideológicas inculcadas desde los tiempos de la corrupta dictadura velasquista. El gasto público no es un motor de progreso. La iniciativa popular, descentralizada dentro del mercado, es el motor del progreso. Lamentablemente, lo previsible es que se siga apostando por esquemas ya conocidos. Y que la idea de aliviar tributariamente a la gente en el mercado configure en los hechos toda una escandalosa herejía.

(*) DIRECTOR DE LA ESCUELA DE ECONOMÍA DE LA USMP

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