lunes, 24 de agosto de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 23 de agosto del 2009

EXCLUSIVO. THE NEW YORK TIMES

Estadounidenses se mudan a China
Por: Hannah Seligson

BEIJING. Shangái y Beijing se están convirtiendo en nuevos territorios de oportunidades para estadounidenses recién egresados de las universidades, que enfrentan un desempleo que se acerca a los dos dígitos en su país.

Incluso los que no saben nada de chino están llegando. Los atrae una economía que crece, el menor costo de vida y la posibilidad de eludir los salarios bajos de los primeros empleos en Estados Unidos. “He visto en los últimos años un aumento de jóvenes que llegan a trabajar a China”, dijo Jack Perkowski, fundador de Asimco Technologies, una compañía china de repuestos para automóviles. “Cuando llegué en 1994, fue la primera oleada de estadounidenses que arribó. Estos jóvenes son una segunda gran ola”.

Uno de los de la oleada más reciente es Joshua Arjuna Stephens, licenciado en Estudios Estadounidenses por la Universidad Wesleyan en 2007. Hace dos años, decidió aceptar un puesto temporal de verano en Shangái, en China Prep, una compañía de viajes educativos. “No sabía nada de China”, comentó Stephens, quien trabajó en investigación de mercados y desarrollo de programas. “La gente pensó que estaba loco por venirme sin hablar el idioma, pero quería hacer algo que no fuera tan trillado”.

Dos años después, tras temporadas en el sector no lucrativo y en una empresa de relaciones públicas en Beijing, ya es competente en mandarín y es gerente en XPD Media, una compañía de medios informativos sociales en Beijing que desarrolla juegos en línea.

Jonathan Woetzel, un socio en McKinsey & Company en Shangái, que ha vivido en China desde los 80, dice que en comparación con apenas hace unos años, está viendo más jóvenes estadounidenses que llegan al país para ser parte de un auge de emprendedores. “En este momento, hay mucha experimentación en China, particularmente en la esfera energética, y cuando la gente es joven está dispuesta a venir e intentar algo nuevo”, explicó.

Y la economía china es más hospitalaria tanto para los emprendedores como para quienes buscan trabajo, ya que tiene un producto interno bruto que aumentó 7,9% en el último trimestre con relación al mismo período del 2008. El desempleo en las áreas urbanas es de 4,3%, según datos gubernamentales.

Grace Hsieh, presidenta del Club Yale en Beijing y graduada en 2007, dice que ha visto un incremento en la cantidad de egresados de Yale que han venido a trabajar a Beijing desde que ella llegó hace dos años. Trabaja como ejecutiva de cuentas en Hill & Knowlton, una compañía de relaciones públicas en Beijing.

Sarabeth Berman, con una maestría en urbanismo por el Colegio Barnard en 2006, llegó inicialmente a Beijing para ocupar un empleo que habría sido difícil que alguien de 23 años consiguiera en Estados Unidos: directora de programas en Beijing Dance/LDTX, la primera compañía de danza moderna de China.

Berman dijo que la contrataron más por estar familiarizada con la danza moderna occidental que por su conocimiento de China. “A pesar de no dominar el idioma y del hecho de no tener experiencia laboral en China, me dieron la oportunidad de manejar las giras, los proyectos internacionales, así como producir y programar un festival en Beijing”.

Después de dos años de vivir y trabajar en China, Berman es competente en mandarín. Viaja por China, Europa y Estados Unidos con la compañía de danza.

Willy Tsao, director artístico de la Beijing Dance/LDTX, dijo que contrató a Berman por su capacidad para establecer contactos más allá de China. “Necesitaba a alguien capaz de comunicarse con el mundo occidental”.

Otra dinámica en el proceso de contratación, dice Tsao, es que los occidentales con frecuencia pueden aportar un conjunto de habilidades que es difícil encontrar entre los chinos.

“Sarabeth siempre toma la iniciativa y piensa en lo que podemos hacer”, dijo, “mientras que creo que el enfoque del chino es recibir órdenes”. Ve la diferencia como algo enraizado en el sistema educativo. “En las escuelas chinas se alienta a los estudiantes a estar en silencio y ser menos directos; fomenta una cultura de escuchar más que de iniciar”.

Perkowski dice que muchas compañías chinas están buscando contratar personas cuyo idioma materno sea el inglés, para que los ayuden a moverse en el mercado estadounidense. “Estoy trabajando en una compañía que quiere que la ayude a encontrar jóvenes profesionales estadounidenses que puedan ser sus enlaces en Estados Unidos”, comentó. “Quieren personas que entiendan los matices sociales y culturales de occidente”.

Entre muchos jóvenes estadounidenses, la estrategia de venir a China es un tema de conversación. Según Woetzel de McKinsey, la experiencia laboral en China no es un boleto automático para un gran empleo en Estados Unidos. Explicó que no es un indicador como lo es una educación en una de las ocho universidades de más prestigio de la llamada Ivy League: “El mero hecho de presentarse a trabajar en China y hablar chino no es suficiente”.

Woetzel agregó que alguien que ha podido dejar su huella en China es una contratación valiosa. “En McKinsey, estamos buscando personas que hayan demostrado liderazgo”, señaló, “y trabajar en un contexto como China forma el carácter, requiere que sea más emprendedor”.

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