El Comercio 1 de octubre del 2009
PUNTO DE VISTA
¿Por qué?
Por: Carlos M Adrianzén Economista*
La caída del dólar es el tema de estos últimos días. La explicación popular alude a que, dado el desbarajuste posterior a la quiebra de Lehman Brothers, el cambio nominal del dólar no solo ha perdido en los mercados globales, sino que habría también perdido valor frente a la fortaleza del sol. Estas líneas tienen un propósito sencillo: armar al lector con algunos elementos de juicio ajenos a la percepción prevaleciente. Haremos esto con todo el cuidado del caso y recordando que hacerlo configura una posición políticamente incorrecta (que evidencia que la política monetaria actual, si bien no comete los errores garrafales de décadas pasadas, es hoy proverbialmente torpe e inconsistente).
Iniciaremos nuestros afanes recordando que si bien la Reserva Federal estadounidense ha “maleado” su moneda con emisiones masivas (para reflotar temporalmente instituciones quebradas), nuestro supuestamente ortodoxo instituto emisor no se ha quedado atrás. Mientras que en los últimos cinco años la FED ha inflado su emisión en 125% y oferta monetaria (M1) en 24%; localmente, el BCR ha abultado la emisión y la oferta de soles en 157% y 176%, respectivamente. Por más que alguien desconozca lo poco que ha crecido la monetización local, asumir que el sol es hoy más fuerte que el dólar implica un severo pecado de candidez.
¿Si no tiene mayor sentido “alharaquear” con la fortaleza monetaria local, por qué se cae el dólar? ¿Y justo cuando entran menos divisas, pues a junio pasado cayeron tanto la inversión extranjera directa sin privatizaciones (-61,5%) como las exportaciones (-25,6%)? Ayudaría un poco a justificar la caída reconocer que la continua reducción del crecimiento peruano habría deprimido la demanda por importaciones totales, las cuales caen anualizadamente en -9,3%.
Cerraremos este círculo recordando lo elemental —plano usualmente omitido en la mayor parte de las discusiones coyunturales—. Dejando de lado la retórica, el mercado peruano de divisas está —y ha estado desde hace un buen tiempo— manipulado a la baja por dos factores: (1) por un límite bajo a la diversificación global de los ahorros de los trabajadores en las AFP (distorsión que infla la demanda por soles); y (2) por la repetida miopía de un instituto emisor que —torpemente— trata de obedecer a dos amos (mantener una meta inflacionaria y defender un tipo de cambio nominal casi fijo). En medio de este ambiente hemos tenido niveles de intervención no esterilizada —de compra y de quema de divisas— difíciles de sostener en el tiempo. Este ambiente no solo explica la política errática del BCR: desde hace un buen tiempo ha castigado significativamente la competitividad local.
Tengámoslo claro, el dólar local ha caído en los últimos años, cae hoy y —previsiblemente— caerá por un tiempo más, en medio de las torpezas del manejo monetario local. Y lo hará hasta que recapacitemos (y transitemos hacia un régimen más flexible) o la realidad nos haga recapacitar dolorosamente.
DIRECTOR DE LA ESCUELA DE ECONOMÍA DE LA USMP
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