miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 18 de noviembre del 2009

¿Por qué se traiciona a la patria?
Por: Teobaldo Llosa Psiquiatra
Las personas desarrollan la identidad y emoción patriótica desde su nacimiento a través de los símbolos patrios, especialmente la bandera y el himno nacional, y la refuerzan con el armamento que se exhibe en los desfiles militares y en las efemérides que resaltan el valor de los héroes militares cuyos bustos llenan muchas plazuelas de pueblos y ciudades en todo el territorio patrio. Si bien esto es universal, es más significativo en países como el Perú, donde aún el militarismo es una fuerza virtual paralela al Gobierno. En otros países los niños complementan su identidad con ídolos civiles, que en el Perú son escasos por el predominio de la exaltación de los héroes militares. Prueba de ello es que existe monumento al soldado pero no al civil desconocido.
Con el desarrollo de la civilización, el valor de la fuerza muscular se perfeccionó con la fuerza de las armas. El poder de las ideas, deportes, economía y las comunicaciones inicialmente consolidan los sentimientos de patriotismo, pero luego los diluyen al punto de desdibujar sus límites. A ello contribuye con mucha fuerza el concepto de globalización y de apertura de fronteras, la suspensión de pasaportes y visas para algunos países, el intercambio de deportistas, chefs, músicos famosos, los TLC y e Internet. También la desaparición del servicio militar obligatorio y la pésima imagen de muchos miembros de nuestras Fuerzas Armadas y gobernantes desleales, sumados a la constante información del desabastecimiento militar, que crea sentimiento y pensamientos de inseguridad en el ciudadano peruano.
Debajo de esa realidad las fuerzas psíquicas y también las genéticas pueden explicar los actos de preferencia a otros países. Se puede explicar, por ejemplo, que una persona prefiera vivir en Chile porque tiene un buen negocio de exportación de espárragos o artesanía o que prefiera viajar en LAN, como lo hago yo, porque sus aviones tienen buen mantenimiento. Eso tiene explicación y justificación, pero ¿se puede explicar la traición a la patria? Sí se puede. Porque con tanta promoción de los valores extranjeros (mercado chino, fútbol europeo, playas del Caribe), los deseos de disfrutar esos productos se consideran normales. Pero eso no explicaría y menos justificaría que un militar favorezca a otro país para que derrote o castigue al suyo, salvo que se trate de una personalidad anormal constitucional sociopática y que un psicoanálisis demuestre que la motiva un odio inconsciente hacia su madre adoptiva o biológica, representada por la madre patria. Por lo tanto, sería plausible que le cayera todo el peso de la ley.
Sin embargo, hay análisis más complejos que podrían explicar científica y lógicamente la traición a la patria: la herencia genética. En varios países ya existen listados del ADN de sus ciudadanos. A través de ellos se pueden determinar sus huellas familiares. También se pueden identificar los padres de niños adoptados, robados, vendidos y hasta las traiciones maritales. A través de ellos un niño puede entender por qué tiene tanta facilidad para el idioma alemán o inglés, aun más que su idioma nativo o una tendencia hacia lo chileno o ecuatoriano. También podría explicarnos por qué un militar peruano prefiere que Chile nos gane una guerra sin importarle cuántos familiares y amigos íntimos podrían morir o sufrir por su información. Esto pone en la balanza la pregunta: ¿cuál es más fuerte? ¿La educación o la genética? También debemos preguntarnos hasta dónde la promoción turística de un país extranjero activa la genética de una persona que no sabe que tiene raíces extranjeras.
¿Es decir, hasta dónde los capitales chilenos en el Perú pueden activar la genética de peruanos con raíces chilenas? ¿Hasta dónde un acto inconsciente, una pulsión de base genética puede ser sancionada como un acto voluntario? Es un tema para analizar, pues si bien el espionaje, no solo militar, es un acto deplorable que atenta contra la privacidad y debe ser sancionado con la mayor rigurosidad, la traición a la patria es quizás la peor manifestación del espionaje, pues atenta contra nuestra familia y todo un pueblo y su desarrollo, por lo que pudiendo tener explicación genética, no se puede justificar hasta el día que se determine científicamente qué fuerzas tienen más poder de penetración en la conducta, las sociales o las genéticas.
¿También preguntarse por qué muchos chilenos son contrarios a una guerra con el Perú? Aunque estoy en contra del armamentismo y de las fronteras, reconozco que todavía el hombre no puede modificar su genética de territorialidad, muy definida en los animales, que los hace pelear a muerte por defenderla.

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