lunes, 23 de noviembre de 2009

Orientación y Consejería, Educación Inicial

Mi Hogar 22 de noviembre del 2009

LA ENTREVISTA

"Con el juego el niño se libera"
RICARDO VILLARREAL. ESPECIALISTA EN PSICOMOTRICIDAD AUCOUTURIER ESTUDIA A LOS NIÑOS LIMEÑOS MIENTRAS JUEGAN, Y CREE QUE MUCHOS SON INHIBIDOS A CAUSA DE LA SOBREPROTECCIÓN

Por: Maritza Noriega

¿De qué trata la psicomotricidad Aucouturier?
Para empezar, el niño juega [esa es una gran diferencia con la psicomotricidad tradicional], construye su mundo y lo expresa. La otra psicomotricidad es más física: avanza acá, ponte acá, muévete así. El psicomotricista Aucouturier es como un escenógrafo, el niño es el actor. Yo colaboro, acompaño y de vez en cuando participo. La psicomotricidad Aucouturier es más integral, porque el niño habla de su mundo, revela su historia, vence sus miedos en el juego.

¿Cómo así vence sus miedos?
Es que el juego es un espacio “como si”. Es decir, el mundo interno es un círculo, el mundo externo es otro círculo, y el cruce entre ambos es el espacio del juego. El humor, el juego, las historias y la religión entran en un plano que no es real, pero es real… es “como si” fuera real. Al jugar a la bruja se desdramatiza a este personaje y se le pierde el miedo. Con el juego el niño se libera.

¿En las consultas muchos padres te dicen que no tienen tiempo de jugar?
Eso pasa. Hay demasiada realidad en la relación padres-hijos. Desayunan en familia antes de ir al colegio, pero no hablan entre sí, no se cuentan ni qué soñaron, más bien, es un interrogatorio en el que se busca saber si el niño se puso las zapatillas o se lavó los dientes, y lo apuran para que haga todo rápido.

Me parece que las mamás de antes eran más relajadas, ahora creo que tratan de que sus hijos estén motivados en todos los aspectos, que sean perfectos. ¿Te da esa impresión?
Totalmente. A veces me apenan algunos niños, porque están sobreexigidos. En la educación piensan que la cabeza del niño es una bolsa y que hay que llenarla lo más pronto posible. No hay mucha paz ni tranquilidad, hay mucha presión.

Esa presión se ve hasta en los exámenes de admisión a los colegios, que son una locura. ¿En Argentina es así?
No, ahí no existe eso, eso es muy discriminatorio, como un café que se reserva el derecho de admisión. Por eso en la mayoría de nidos les hacen practicar a los niños cosas que no son apropiadas para su edad. El examen no consiste en jugar libremente y tomar nota de las emociones y la madurez del niño, no se trata de que la pase bien para que aflore su verdadera persona. Ves a los niños sentaditos, trabajando con una persona a la que no conocen.

¿Qué problemas ves en los niños limeños?
He visto muchos chicos con problemas de inhibición, no tantos hiperactivos, de esos hay bastantes en Argentina. En Chile vi muchos niños demasiado obedientes. Acá el problema más grave es la sobreprotección, así no se construye la personalidad del niño en toda su magnitud.

Sobreprotegerlos es como subestimarlos, ¿no?
El problema es que no creen en los niños. Los chicos saben resolver las cosas a su manera y, si te das el tiempo de verlos, te van a sorprender, solo hay que tener paciencia.

¿Y cómo se los corrige?
Hay que tener límites y hacer cumplir las reglas. Pero no ser tan duros. Parece que los adultos nos hemos olvidado de que también nos equivocarnos, queremos que los niños hagan las cosas bien a la primera, cuando de niños nosotros no lo hacíamos así. Si el chico no quiere comer, bueno, que no coma, que juegue, pero va a tener que esperar cuatro horas para su siguiente comida. Así nadie se estresa y se cumplen las normas.

¿Qué observas del juego en los niños?
El niño repite lo que vivió, va a ser producto de su propia vivencia, de cómo se ha sentido, refleja cómo lo tocaron en su trato con una muñeca o un muñeco, siempre queda una huella en la piel del trato que se tuvo con los padres.

El perfil
Ricardo Villarreal es argentino. Vino al Perú hace ocho años y dirige Espacio para la Niñez (Epani).
En Epani ha montado salas de juego por edades, donde los niños se expresan libremente y él los observa para descubrir el origen de algunos de sus problemas. Luego conversa con los padres y les da pautas para que ayuden a sus hijos en casa.

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