miércoles, 17 de marzo de 2010

Ciencias Sociales








PUNTO DE VISTA
La punta del iceberg
Por: Jorge Medina Contador*
Miércoles 17 de Marzo del 2010

Los actos de corrupción que publican a diario los medios constituyen solo la punta del iceberg del problema. Cual témpano de hielo de dimensiones considerables, la parte no visible de la corrupción es inmensa comparada con lo que vemos en la superficie, tanto por su recurrencia y volumen cuanto por el nivel jerárquico de aquellas manos invisibles, públicamente “limpias” que participan en ella.
Tal como ocurre con cualquier bien —en este caso un mal— existe un mercado de oferta y demanda para la corrupción, con alto costo económico, especialmente para los más pobres.
Hay estudios que muestran que la corrupción aumenta en al menos 10% el costo de las transacciones.
El fraude —una forma de corrupción— le cuesta cada año a Estados Unidos entre 6% y 7% de su PBI, una cifra equivalente a 8 veces lo que produce el Perú. Otro estudio revela que en 4 de cada 5 fraudes participa el propio personal de la empresa.
Los corruptos y corruptores —públicos o privados— abusan de su poder para beneficio propio, en desmedro de terceros. Se estima que en países en vías de desarrollo, los políticos y funcionarios corruptos reciben sobornos equivalentes a entre 20% y 40% de la ayuda oficial para el desarrollo. Tales estudios señalan que si un país mejora su índice de corrupción en tan solo un punto, podría incrementar su PBI hasta en 4%. En el ránking mundial de corrupción, el Perú ocupa el puesto 72 con un índice de 3,6 en una escala de 1 a 10, donde 1 es el más corrupto. Los empresarios que participan en la corrupción no reparan en el alto precio que pagan, que afecta su propio bienestar y el futuro de una nación.
Requerimos un shock anticorrupción. Necesitamos revelarnos y dejar de ser rehenes de un autosecuestro, en un sistema donde una deficiente burocracia es incapaz de brindar niveles básicos de orden, seguridad, justicia, educación, salud e infraestructura, y que, además, espera propina. Hay que romper el iceberg. ¿No será, como se ha dicho ya en esta casa editora que la solución está en Empresarios contra la Corrupción?
(*) Country Managing Partner de Ernst & Young

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