lunes, 15 de marzo de 2010

Ciencias Sociales



RETO DE LAS AMÉRICAS
Una nueva agenda para la OEA
Por: Alejandro Toledo*
Lunes 15 de Marzo del 2010
La elección de Barack Obama ha suscitado enormes expectativas en todo el mundo, incluyendo América Latina y el Caribe. Mientras la atención del presidente Obama, comprensiblemente, ha estado centrada en los grandes retos que subsisten en otros lugares del mundo, hay tres razones por las cuales las relaciones al interior de nuestro hemisferio son cada vez más de crucial importancia:
1) Unos 200 millones de hombres y mujeres pobres y excluidos en América Latina —la región con mayor desigualdad en el mundo en relación con ingresos y distribución de la riqueza— están perdiendo la fe en la democracia.
Muchas personas en la región, aquellas que no pudieron saborear los frutos de la prosperidad económica anterior a la crisis financiera mundial, se sienten cada vez más frustradas. Este descontento está estimulando a algunos políticos a reciclar fórmulas peligrosas que ponen a los gobiernos por encima de las instituciones.
2) Mientras que la atención de Estados Unidos se encuentra absorbida por otros temas, China e Irán están cruzando los océanos y avanzando considerablemente en función de sus propias agendas en América Latina. China está agresivamente comprando recursos naturales e invirtiendo en la región, mientras que Irán está a la búsqueda de materias primas para su programa de armas nucleares y consolidando una alianza de conveniencia con los gobiernos populistas autoritarios de nuestro hemisferio.
3) Los lazos entre nuestros países continuarán fortaleciéndose en el futuro previsible. Hay 45 millones de latinos en EE.UU. de hoy (17% de la población), y las proyecciones sugieren que, para el 2050, esta población casi se habrá duplicado.
Si el crecimiento económico en nuestra región no va acompañado por políticas sociales deliberadas que entreguen resultados concretos y medibles para los más pobres, y si carecemos de instituciones democráticas sólidas, se corre el riesgo de que la pobreza trunque nuestra prosperidad económica y conspire contra la democracia.
En los últimos quince años, América Latina ha experimentado dramáticos cambios económicos, sociales y políticos, que plantean una redefinición de las relaciones entre los países de la región, así como su posición colectiva hacia el resto del mundo. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELC), puesta en marcha en Cancún hace dos semanas, es la última manifestación de esta tendencia.
La frecuente creación de estas nuevas entidades sugiere que las instituciones multilaterales políticas establecidas desde hace tiempo en nuestra región, como la Organización de Estados Americanos (OEA), deben trabajar más arduamente para evitar ser redundantes. La OEA, que pertenece a todos los ciudadanos de las Américas, tiene los enormes retos de 1) contribuir con el fortalecimiento de las instituciones democráticas de una manera significativa, clara y medible para garantizar que estas sean independientes, participativas, transparentes, resistentes contra la manipulación, y sean capaces de rendir cuentas a sus ciudadanos; y 2) construir un hemisferio con respeto a los derechos humanos y la libertad de prensa, capaz de salvaguardar la democracia y promover un crecimiento económico más equitativo. En resumen, nuestros estados americanos necesitan una nueva, compartida y explícita agenda social de la democracia. Debemos ir más allá de la extracción y venta de materias primas; nuestra región requiere invertir más y mejor en la mente de nuestra gente y construir sociedades del conocimiento para competir con éxito con economías del mundo.
Estos son los retos urgentes que el próximo secretario general de la OEA deberá enfrentar cuando él o ella sea elegido este mes de marzo.
Afortunadamente, el próximo secretario general no estará solo para enfrentar estos retos ni construir acuerdos partiendo de cero. En los últimos 26 meses un grupo de 20 ex presidentes de América Latina, líderes en sus respectivos países y en la región, han unido esfuerzos con otros expertos en políticas de desarrollo para contribuir con sus experiencias en la elaboración de una Agenda Social para la Democracia en América Latina para los próximos 20 años (Centro Global para el Desarrollo y la Democracia).
Las 63 recomendaciones de política social contenidas en la Agenda Social han sido presentadas a los actuales jefes de Estado que asistieron a la Cumbre Iberoamericana celebrada en Portugal en diciembre del 2009. Estas recomendaciones de política pública y privada incluyen educación y salud de calidad, agua potable, transferencias directas condicionadas, seguridad alimentaria, energía limpia, microfinanzas, cambio climático, remesas y temas vinculados a pueblos indígenas y género.
Los autores de la Agenda Social estamos convencidos de que el inicio del próximo mandato de la OEA es el momento más oportuno para sentarnos en una mesa redonda para hablar y escucharnos unos a otros, y juntos redefinir los componentes de una nueva relación entre América Latina y Norteamérica.
Buscamos una agenda de compromisos, cooperación mutua y resultados medibles que vayan más allá de nuestros intereses comunes evidentes sobre seguridad, lucha contra el narcotráfico, tratados de libre comercio y el tema de Cuba. Esta nueva relación debe incluir los intereses comunes de fortalecer la democracia, lograr crecimiento económico sostenido, erradicar la pobreza y la exclusión y protección del medio ambiente. Esta propuesta para una nueva relación mirando al futuro no está motivada para obtener una mayor cantidad de ayuda externa de Norteamérica, sino más bien busca un diálogo horizontal sobre un amplio espectro de cuestiones que interesan a todos los ciudadanos de las Américas. Juntos debemos enfrentar los desafíos de nuestro hemisferio con pragmatismo, voluntad política para tomar decisiones, y también con esperanza. No podemos perder esta oportunidad.
(*) Ex presidente del Perú (2001-2006)
(*) PUBLICADO EN “THE MIAMI HERALD”.

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