lunes, 19 de abril de 2010

Orientación y Consejería, Persona, Familia y Relaciones Humanas



REFLEXIONES
Año de involución o evolución
Por: Dany Porudominsky G Analista
Sábado 17 de Abril del 2010
Había una vez un hombre que vivía en las afueras del pueblo. Tenía una familia buena, pero su condición económica era pobre.
Todas las mañanas se levantaba temprano, iba al pueblo y regresaba tarde por la noche con algunos víveres fruto de su trabajo, que desempeñaba en el establo con sus amigos.
Un día se desprendió parte del cerro de un lado del camino y descubrió una bolsa llena de oro. No sabía qué hacer. Se llenó los bolsillos, pero como el pantalón era tan viejo el oro rompió los bolsillos. Entonces, se sacó los zapatos y los llenó de monedas. Tuvo que regresar al pueblo descalzo. Estaba desesperado por contarle a todos la buena nueva: se había vuelto rico. Pero tenía tanta prisa que no enterró el oro.
En el pueblo todos lo rodearon y le vendieron de todo. Él se olvidó de sus amigos del establo porque ya no estaban a su nivel.
Mandó a alguien a que le lleve comida a su esposa e hijos mientras él iba a tomar un trago con sus nuevos amigos; un trago y otro y otro hasta que terminó borracho.
Al día siguiente, despertó en una habitación que no conocía. Se preparó para regresar a su casa pero se volvió a encontrar con los nuevos amigos y amigas que lo convencieron de que merecía lo mejor de la vida, así que volvió al bar y así estuvo por casi tres días.
Cuando su mujer e hijos fueron en su busca se avergonzó de ellos delante de sus nuevos amigos y los desconoció. Él siguió con su nuevo estilo de vida hasta que, al cabo de un mes, se le acabó el dinero. Entonces les dijo a sus amigos que no se preocuparan. “Ahorita regreso”, comentó y pensó: “Qué importa si tengo una bolsa de dinero”.
Fue en busca de la bolsa, pero estaba vacía. Nostálgico fue a ver a su familia, pero ya no había nadie en la casa. Fue al pueblo a visitar a sus nuevos amigos, pero al contarles que ya no tenía nada le dieron la espalda. Había perdido a su familia y sus antiguos amigos. Ellos nunca supieron más de su vergüenza que fue tan grande como su ego. La soledad se volvió su compañera.
El ego es el deseo del cuerpo de seguir igual, no cambiar (incluso nos lleva a acomodarnos al dolor).
Si estamos buscando ir en camino recto, entonces el sufrimiento estará presente y se incrementará. El sufrimiento no trata de destruir el ego; trata de transformarlo. Si vemos la vida como un camino, el sufrimiento es la oportunidad que el destino nos da, como esas pequeñas o grandes curvas o vueltas por las que la vida nos lleva.
Si sometemos el cuerpo al control de nuestro espíritu, entonces la vida es como viajar en control automático.
Amarte a ti y a los demás es aprender a tomar las curvas. Aceptar los retos y dejar que los que te rodean sepan tomarlas también, para que todos podamos crecer. El ego es la vanidad que nos define y muestra nuestra personalidad. Pulir el ego nos hace más sublimes y cercanos al ser supremo.
El Perú es un país rico, hemos encontrado la bolsa de oro, estamos en evolución, pero nos enfrentamos a nuestros propios egos.
Estamos sufriendo una transformación que genera mucho dolor en cada uno de nosotros. Sin embargo, gracias a ese dolor estamos evolucionando y desarrollándonos como seres humanos, como sociedad y como país.
Esto también genera anuncios de huelgas mineras, paros, toma de carreteras, enfrentamientos de la población con policías, con el gobierno y el Tribunal Constitucional. ¿Cuál es la función de los políticos, empresarios y líderes de opinión?
Es hora de que todos perciban quiénes son los nuevos y los antiguos “amigos”. Es hora de que todos, por igual, carguemos en los hombros con el sufrimiento.
Tenemos que saber escuchar, aceptar y aprender de los debates políticos y las discusiones.
Asimismo, el pueblo tiene que saber que puede ser escuchado.
Al decir nuestra verdad, que puede ser dolorosa, ello nos moldeará porque el verdadero cambio está en la evolución del pensamiento humano y su consecuencia es un país de oportunidades donde el desarrollo será la mejor herencia para nuestros hijos y nietos. Que Dios nos guíe en el camino al éxito.

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