domingo, 26 de septiembre de 2010

Ciencias Sociales







PUNTO DE VISTA



¿No se puede?


Por: Carlos M Adrianzén Cabrera*


Sábado 25 de Setiembre del 2010






Dicen que los economistas somos aguafiestas. De hecho, la economía permite enfocar diversos planos de la vida, el gobierno y los negocios en forma más cuidadosa. Así, por ejemplo, cuando en medio de la actual campaña municipal, alguna candidata ofrece ampliar parques o regalar microcréditos apresuradamente (sin tomar en cuenta lo endeudado que ya está el municipio limeño y/o lo destructivo que resultaría agregar más impuestos a todos), algún economista le señalará que no es inteligente hacerlo. Le recordará que los errores los pagan mucha gente.

A pesar de lo anterior, el discriminar o decir no con fundamento, es algo diferente a la falta de determinación o a la abierta manipulación usando argumentos falaces. En el pasado reciente, a lo largo de los años ochenta, por ejemplo, arrastramos un altamente destructivo proceso inflacionario. Por aquellos días, la visión que afirmaba tajantemente que la inflación era estructural resultaba casi generalmente aceptada. Cuestionar la creencia era toda una blasfemia. A quien plantease la necesidad de reducir drásticamente la emisión de moneda o reducir el gasto público, se le descalificaba aludiendo que hacerlo generaría un shock infernal.

Tomó una generación quebrar la idea de que “no se podía”. Tuvimos que llegar a una situación cercana a la desaparición política para descubrir que sí se podía contraer la oferta monetaria.

En la actualidad apena ponderar cómo seguimos inclinados a caer en la autocomplacencia o manipulación política. Persistimos en el uso de viejos ‘cucos’ económicos (falacias presentadas como la última moda económica). Los ‘no se puede’ abundan. Como muestra un puñado de ejemplos:

Nos dicen que no se puede crecer anualmente más del 6% (al mismo tiempo que no se hace ningún esfuerzo serio de reforma). Que tampoco se puede eliminar el límite a las inversiones en el exterior de las AFP (Nada resultaría más respetuoso de la propiedad privada de los trabajadores). Se repite que no se puede reformar el aparato estatal: léase despedir personal excedente y liquidar instituciones redundantes o innecesarias, y reasignar recursos en función a pocas prioridades. (Si queremos servidores decentes y capaces y servicios públicos más eficientes, hacer esto resulta clave). Incluso, el supuestamente tecnocrático BCR repite que no se puede dejar flotar libremente el dólar y que hacerlo afectaría negativamente a los endeudados en moneda extranjera (Distorsionar el cambio por miedo burocrático es un error que usualmente magnifica el costo de la corrección).

Cualquier análisis serio de las materias enfocadas descubrirá qué se puede y que es conveniente hacerlo ya. A pesar de ello, una pregunta muerde: ¿Cuánto nos tomará esta vez –en años y en atraso– descubrir las falacias detrás de estos no se puede?



(*) Decano de la Facultad de Economía de la UPC

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