sábado, 18 de septiembre de 2010

Enfermería






UNA SIESTA EN HORARIO DE OFICINA

La mejor forma de ‘reiniciar’ su cerebro
Por: Robert Stickgold *
Sábado 18 de Setiembre del 2010

En un día libre, dormir una siesta es un placer minúsculo, pero celestial. Cabecear de sueño en su escritorio no lo es tanto, especialmente si se aparece un colega. Una encuesta sobre el sueño en Estados Unidos, realizada en el 2008 por la National Sleep Foundation, reveló que cerca de uno de cada tres adultos que trabajan al menos 30 horas semanales se ha quedado dormido o ha tenido mucho sueño en el trabajo, una conducta reprobada por sus empleadores. ¿Deberían ser menos estrictos? Tal vez.

En una economía basada en el conocimiento que depende de la agudeza mental, unos pocos minutos para cerrar los ojos pueden ser buenos para el negocio. Un informe de junio del 2009 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences mostró que una siesta con sueño REM mejora la capacidad de las personas de integrar información no asociada para la resolución creativa de problemas.

En cambio, cuando usted necesita dormir, algunas habilidades empiezan a debilitarse. La discriminación visual puede apagarse de a pocos en el transcurso del día. Pero una siesta de 30 minutos puede detener el proceso de agotamiento.

Hay evidencia de que el dormir ayuda a la memoria, el aprendizaje y la agudeza mental. Por ejemplo, en un estudio reciente en Nueva Zelanda, los controladores de tráfico aéreo que trabajaban en el turno nocturno tuvieron puntajes más altos en las pruebas de estado de alerta y desempeño cuando tomaban una siesta planificada de 40 minutos durante el turno.

Otro ejemplo: un consultor que conocí en un vuelo me ‘confesó’ que la forma más productiva de aclarar sus pensamientos después de pasarse el día conversando con ejecutivos era ponerse a dormir intencionalmente, con lápiz y libreta al alcance de la mano, y esperar que la solución surgiera en su cabeza.

¿Cómo puede una organización implementar una política pro siesta? Algunas empresas tienen habitaciones para ese fin; otras, como Google, ofrecen cápsulas que bloquean la luz y los ruidos. Las cápsulas y las habitaciones especiales parecerán costosas, pero usted puede institucionalizar la siesta sin tener que gastar un centavo. Simplemente, anuncie que está permitido dormir siestas cortas porque las personas ganan en productividad. Pruébelo en una división y vea lo que pasa. Dado que se gastan millones de dólares en programas para elevar la productividad, vale la pena probar con este experimento pequeño y de bajo costo.

[*] Profesor en psiquiatría

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