jueves, 24 de marzo de 2011

Ciencias, Ciencias Sociales






PENSEMOS EN NUEVAS ENERGÍAS ALTERNATIVAS

Preocupantes consecuencias nucleares del sismo en Japón
Por: Raúl Ferrero Jurista


Jueves 24 de Marzo del 2011

Tanto el terremoto como el tsunami (maremoto) subsiguiente en Japón han sido desastres naturales de terribles proporciones.

Más allá de la demostración del eficiente sistema de prevención ejecutado por las autoridades japonesas, los efectos devastadores del sismo han dejado atónito al mundo entero.

Pero a todo esto se agrega el problema que se ha producido en la central nuclear de Fukushima Daiichi, cuyos generadores simplemente dejaron de funcionar y, con ello, la refrigeración central cesó, lo que produjo una súbita explosión, que elevó su temperatura a grados insospechados.

La rápida respuesta llevó a inyectar al reactor una mezcla de agua de mar y boro, para evitar la reacción en cadena. Sin embargo, el daño ya se había producido, por lo que se trató de evitar que no se esparciera más, para que el peligro de radiación no se incrementara.

La evacuación humana en Fukushima todavía continúa aumentando su radio de acción a más de 20 kilómetros y se ha dado la orden de no salir de sus casas a quienes habitan hasta los 30 kilómetros de la central nuclear siniestrada.

Lo cierto es que nadie imaginó que el terrible movimiento telúrico pudiese tener repercusiones en una central nuclear, lo que rememora el patético recuerdo del desastre de Chernóbil en 1986.


En realidad, la energía nuclear –desde la Segunda Guerra Mundial– se ha expandido sobre la base de intereses de política internacional, llevando a incluir a algunos países con alto riesgo político que no necesariamente tienen total conciencia de los daños irreparables que podría causar su utilización, o que teniéndola, podrían ser capaces de usarla de manera irracional o irresponsable.

La energía nuclear tuvo como primera finalidad la militar –como arma de destrucción– para luego ser utilizada como alternativa a la energía no renovable como la del petróleo y así sustituir a este que en algún momento tendrá que agotarse.

En el mundo occidental, el tema de la energía nuclear ya se ha puesto en revisión, por lo que la Unidad Europea ha decidido actualizar sus protocolos de seguridad, mientras que Alemania analiza su decisión de prolongar la vida útil de 17 centrales, hoy cuestionadas.


Este terremoto ha desplazado 2,4 metros el archipiélago japonés y liberado energía 60 veces más grande a la tristemente célebre bomba de Hiroshima, llegando a desplazar 17 centímetros el eje de nuestro planeta.

Los intentos por evitar la fuga de radiación masiva han hecho pasar a un segundo plano noticioso los aspectos humanitarios de esta tragedia que se origina en el quinto terremoto más grave de la historia (9 grados).

Hasta la fecha se cuentan en más de 9.200 las personas fallecidas y 18.500 las desaparecidas (Fuente: El Comercio), calculándose que los daños materiales ascienden a una cifra superior a los US$250 mil millones.

Este es el momento propicio para que se piense en las energías alternativas renovables distintas al petróleo. Así, se deben desarrollar las energías eólica (viento), hidráulica (agua), solar (sol), biocombustible (productos agrícolas), mareomotriz (olas del mar), geotérmica (subsuelo), etc., para que así países como el nuestro puedan acceder a otros tipos de energía renovable que además, por su costo y realidad económica y política, esté más a nuestro alcance.

Empero, con este accidente, el mundo entero comprende, de un día para otro, que no se están tomando los controles indispensables de la energía nuclear para evitar su propagación, a pesar de los efectos devastadores que es capaz de producir.

Esto exige una profunda reflexión, que debe ir acompañada por el necesario respaldo científico para poder prever lo que podría ocurrir si no se toman medidas prontas con relación al futuro de la energía nuclear, que amenaza la existencia del planeta Tierra.

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