martes, 10 de mayo de 2011

Ciencias Sociales






PLAN EN PROCESO DE CAMBIO

La propuesta de Ollanta Humala

Por: Carlos Thorne Boas Escritor
Martes 10 de Mayo del 2011
El Perú, después de haber vivido a comienzos del nuevo milenio los azarosos sucesos de la caída y fuga de Alberto Fujimori que permitieron la restauración de la democracia, se encuentra hoy en una tremenda coyuntura histórica, que es elegir a su nuevo gobernante el 5 de junio entre dos candidatos controvertidos. En los últimos 10 años, el Perú en su desarrollo ha crecido ininterrumpidamente de modo notable mediante el modelo neoliberal, que se basa no solo en afirmar la libertad como un derecho inviolable, sino en considerar que es el individuo, la persona humana, la gran destinataria de los beneficios que produce este sistema democrático fundado “en la libre competencia”, en la menor participación del Estado en la distribución de los beneficios, todo ello dentro de un marco jurídico e institucional que salvaguarda las libertades y derechos de todos los ciudadanos. Esto quiere decir que el neoliberalismo ha funcionado bien desde el gobierno de Alejandro Toledo en provecho del país, aunque requiere grandes cambios para hacerlo más eficiente, en la profundización de la lucha contra la pobreza atendiendo a una justicia más distributiva y a la inclusión de grandes sectores marginados de nuestra población cuyas aspiraciones no han sido satisfechas, gran esfuerzo que no descarta la campaña contra la corrupción imperante. Todo ello garantizando la estabilidad macroeconómica del país.
El candidato Ollanta Humala en su plan de gobierno reniega del sistema neoliberal radicalmente y propone un nuevo modelo de desarrollo basado en una economía nacional de mercado que no sabemos en qué consiste, en la construcción de un nuevo estado populista al servicio de la mayoría de los peruanos. Y a este proyecto o propuesta la denomina “La gran transformación”, el nacimiento de una patria nueva, postura que linda con el mesianismo.
Consecuente con su plan político, Humala pretende instituir un Estado poderoso y absorbente, que nos trae el recuerdo de una época pasada, verdaderamente dramática, el de la dictadura velasquista, que bajo el lema de ser un régimen nacionalista creó cientos de empresas públicas en su propósito de estatizar al país y ocasionó su ruina. Es claro que para llevar a cabo su plan económico, Humala necesita reformar nuestra Constitución, para lo cual no contaría con la mayoría parlamentaria necesaria. Sin embargo, el futuro en estos casos es siempre impredecible.
Desmantelaría muchas de las mejoras introducidas, revisando concesiones de puertos y aeropuertos; modificando el sistema de pensiones; atentando contra el gran ahorro interno que ha generado el sistema privado de pensiones que alcanza los 84 mil millones de soles; incluyendo como dependencia burocrática del Ministerio de Salud a Essalud, que es un ente autónomo en perjuicio de la atención de los asegurados; nacionalizando muchas empresas, y revisando contratos y tratados, etc.
Un estado benefactor, monopólico y estatista como el que propone Ollanta Humala, que ha fracasado en el mundo tanto capitalista y socialista, no podría sostenerse en el Perú, pues huiría el capital extranjero, ya que estamos en un mundo globalizado en el que nuestro desarrollo depende de la presencia de este capital. No sería, pues, viable por obsoleto y ajeno a este momento histórico en que el Perú se ha modernizado incorporando a masas de compatriotas en el aparato productivo, con lo que se ha creado una nueva clase media.
No obstante esto, Ollanta Humala ha ofrecido modificarlo.

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