COMENTARIO DEL EDITOR
El arte de aprender a gobernar
Por: Juan Paredes Castro
El ejercicio del poder desde un presidencialismo como el peruano (casi virreinal, salvando los tiempos) no es cualquier cosa.El presidente en el Perú es jefe de gobierno, jefe de Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Algo más: encarna a la nación.
Es todo eso y podría ser nada.
A ese ejercicio se aproxima Ollanta Humala, desde un aprendizaje de la política y del poder cuyo complejo laboratorio es el que vive en estos días, entre presiones y decisiones, entre intrigas y reflexiones, a ocho días de asumir su mandato.
¿Con quiénes gobernará? Esa es la gran pregunta que lleva a otra: ¿Qué dimensión le dará a su gobierno?
Los hombres de su entorno de la primera vuelta fueron menos entre los hombres de la segunda vuelta y los hombres de la segunda vuelta son cada vez más escasos en esta semana de víspera crucial.
Cuanto más solo se queda el presidente electo con sus propias decisiones, más claro aparece el peso de su responsabilidad sobre cada tuerca y tornillo que es capaz de mover.
Hay sorprendidos y sorprendidos. En Gana Perú y en su aliado Perú Posible. No están en el Gabinete Ministerial todos los que son. Tampoco son todos los que están. La ratificación de Julio Velarde en el BCR ha removido asientos y cimientos. El posible nombramiento de Miguel Castilla en Economía y Finanzas rompe todos los miedos de un mal manejo fiscal, pero arranca pesadillas en más de un nacionalista antimercado.
Humala estaría cultivando, con no poco esfuerzo, el arte de aprender a gobernar y endureciendo el oficio de aprender de sus errores y temores.
No es que no necesite los consejos de su vieja guardia. Lo que ocurre es que en los últimos tiempos ha aprendido a preguntar y a escuchar mucho. Sus viajes aquí y allá y sus reuniones con mandatarios de distinto tinte político y distinta perfomance tienen que haberle permitido captar, aunque fugazmente, experiencias de gobierno que no están regaladas por calles y plazas y que pertenecen, siempre, al mundo íntimo de quienes deben lidiar con decisiones de Estado.
En eso anda Humala, en el arte de aprender a gobernar, huyendo, como dice Moisés Naim, de la epidemia de las malas ideas.
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