INCLINACIÓN NATURAL
La vocación religiosa
En un mundo enormemente secularizado, la vocación religiosa aparece para muchos casi como un anacronismo, pues no se entiende por qué alguien se consagra a Dios (en el cual no todos creen). A quienes poseen esta inclinación, no les debe ser fácil dar razones de ella, ni tampoco debe ser una tarea liviana enfrentar el juicio de una sociedad que ha puesto en cuestión tanto lo sagrado como a aquellos cuyo oficio consiste precisamente en tender un puente entre Dios y el ser humano.En este escenario adverso (sujetos a un escrutinio de su conducta más riguroso que el del resto, y mirados con sospecha por un número significativo de personas), son los religiosos, sin embargo, a quienes tantos y tantos recurren en horas de tinieblas espirituales y angustias del alma y, sobre todo, de inminencia de la propia muerte.
¿Por qué ocurre así? Quizás porque, pese a las argumentaciones de un escepticismo bastante presente en la actualidad, sigue latiendo en el corazón humano un trasfondo de trascendencia y un deseo de Dios, más evidente aún en el momento final de una vida.
Si revisamos la historia de quienes se aprontan a morir, hallaremos más casos de ateos convertidos a la fe que de creyentes vueltos hacia la incredulidad. En instancias semejantes, la figura del consagrado se manifiesta como esencial e insustituible.
(*) El Mercurio, Santiago De Chile. Editorial
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