viernes, 14 de octubre de 2011

Ciencias Sociales







FILOSOFEMAS

Algunas reflexiones sobre el machismo

Por: Francisco Miró Quesada C *
Viernes 14 de Octubre del 2011
La palabra machista es empleada no solo en castellano. Se usa también en francés e inglés. Se deriva de la palabra macho, que abarca en su significado tanto a los animales como a los humanos. El macho es físicamente más fuerte que la hembra. Y en los animales cuando llega la época del celo, el macho la somete y, como es más fuerte que ella, logra su propósito. Pero hay excepciones. La hembra del cerdo, cuando entra en celo, busca afanosamente al macho.
El dominio del macho sobre la hembra en la especie humana se debe a que el hombre es más fuerte físicamente que la mujer. Y como es instintivo en los mamíferos, se dice que la mujer es dominada por el hombre. Se llega al exceso de que este la considera como su inferior, que le debe obediencia y respeto. En el mundo moderno, hasta hace poco tiempo las mujeres no podían ir a la universidad y, en algunos países, no pasaban de la primaria. En las naciones de religión musulmana, las mujeres, cuando salen a la calle, deben ir completamente cubiertas. Solo hay una pequeña abertura al nivel de los ojos para que puedan mirar. Nos encontramos con un machismo absoluto.
En los países occidentales se ha progresado notablemente respecto de la independencia de la mujer. Los que más han superado el machismo en el siglo XX son los países escandinavos: Suecia y Noruega. Puede decirse que en ambos países el machismo ha sido superado por completo. En Inglaterra y en Estados Unidos el machismo casi ha desaparecido. Aunque poco después, también en Francia y en otras naciones europeas.
Es interesante observar cómo el machismo en Francia, que es un país en el que la mujer tiene una gran independencia, se manifiesta en la diplomacia. Cuando una mujer es embajadora, no se le dice embajadora, sino embajador. Por ejemplo, cuando se la saluda, se le debe decir “señora embajador”.
En los países latinoamericanos el machismo siempre ha sido muy fuerte. En nuestro país se manifiesta de múltiples maneras. La más frecuente es la de maridos o amantes que golpean salvajemente a su pareja. Para mejorar la situación, se han creado secciones en las comisarías para que las mujeres maltratadas puedan denunciar a quienes las agreden. En algunos casos, la denuncia tiene efecto y el hombre que la maltrató termina preso. Pero en otros casos, la mujer siente tal temor que no se atreve a hacer la denuncia. A veces, cuando vive en situaciones precarias, ni siquiera está enterada de que puede denunciar a su marido o a su conviviente.
Sin embargo, a pesar de todo, hemos progresado tanto en el Perú como en otros países latinoamericanos.
Chile, Argentina y Brasil han tenido o tienen presidentas. En Chile, hace poco, fue presidenta Michelle Bachelet. En Argentina es jefa del Estado Cristina Fernández viuda de Kirchner. Y en Brasil es Dilma Rousseff.
Y en el Perú, en las últimas elecciones presidenciales sucedió lo siguiente. Quienes se oponían a la candidata Keiko Fujimori decían que si ella triunfaba estaría rodeada por un equipo de corruptos, pero no hubo nadie que dijera que no debía ser presidenta porque es mujer. De otra parte, las mujeres intervienen en múltiples actividades, en los negocios, en los teatros y en la política. La cantidad de mujeres que fueron ministras durante el régimen de Alan García fue numerosa. Y lo mismo sucede en el actual régimen de Ollanta Humala. Hay, pues, un progreso innegable relativo al machismo.
En cuanto al maltrato que sufren las mujeres, por parte de sus maridos o convivientes, se debe a una falta de educación. Esperemos que la educación avance rápidamente. Educación y machismo son incompatibles.
[*] Director General

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