miércoles, 26 de octubre de 2011

Ciencias Sociales







PUNTO DE VISTA

¿Qué hacer después de linchar al tirano?

Por: Virginia Rosas Ribeyro Analista Internacional
Miércoles 26 de Octubre del 2011
A Muamar Gadafi lo han linchado ante las cámaras y prácticamente nadie ha levantado su voz de protesta, ni siquiera por guardar las formas. Me refiero a los líderes occidentales, que tan obsequiosamente lo invitaban a sus palacios o residencias a cambio de los millonarios contratos con los que el dictador libio ablandaba corazones a su paso.
Quedan para la posteridad una serie de imágenes en las que un obsequioso Berlusconi besa efusivamente a Gadafi. También el rey Juan Carlos le estampa un caluroso ósculo al tirano, mientras que Rodríguez Zapatero no puede ocultar el brillo de satisfacción en sus ojos cuando le da la mano. Y qué decir de Nicolas Sarkozy paseándolo por el Elíseo. O Tony Blair, que fue el que más prisa tuvo en visitarlo bajo su carpa beduina para lavarlo de sus crímenes (responsable de los atentados de Lockerbie, en Escocia, y de los aeropuertos de Viena y Roma), pasando por la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, que lo contempla embobada al saludarlo. Y hasta Condoleezza Rice, siempre tan seriecita ella, encandilada porque el tirano había confesado cuánto la admiraba.
Hace un año, justo antes de que estallara la primavera árabe, los organizadores de la cumbre de América del Sur – Países Árabes se desvivían buscando el lugar ideal para instalar la carpa del sanguinario beduino, al que entonces todo el mundo saludaba con reverencias.
Solo la ONU y Amnistía Internacional han levantado tímidamente la voz, en medio de la algarabía por el linchamiento, reclamando una investigación sobre cómo perdió la vida Muamar Gadafi, pues en los videos se ve que lo han capturado vivo, que los milicianos lo golpean y lo llevan hacia un camión y luego aparece con un balazo en la cabeza. Y como si fuera un acto de heroísmo el dispararle a un rendido, un combatiente rebelde ha declarado ante cámaras que él ultimó de dos balazos al tirano, pero hay otros que como él se reclaman la autoría del asesinato.
Porque de eso se trata, de un asesinato. Ya lo recordó la ONU en un comunicado: según la Convención de Ginebra, disparar sobre el enemigo rendido es un crimen de guerra que debe ser penado. Sutil detalle que distingue la civilización de la barbarie.
¿Qué viene después del linchamiento del tirano? Probablemente nada bueno, porque quien dirige los destinos de Libia es Mustafá Abdeljalil, ex ministro de Justicia de Gadafi y como tal uno de los encargados de eliminar a los opositores durante el régimen que duró 42 años y en el que se ahogó cualquier intento de oposición. No hay que ser ingenuos, si Gadafi sobrevivió más de cuatro décadas es porque tenía a su servicio a gente como Abdeljalil, dispuesta a hacer el trabajo sucio para apuntalarlo. Y porque líderes occidentales obsequiosos hacían todo tipo de genuflexiones ante él con tal de venderle desde armas hasta jabones.
Lo cierto es que los occidentales han fallado una vez más en su visión estratégica del mundo. Contra lo que esperaban, Abdejalil ha anunciado que Libia no será un país con una democracia al estilo occidental sino una nación regida por la sharia (la ley islámica). La Unión Europea ha puesto el grito en el cielo.

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