jueves, 24 de noviembre de 2011

Ciencias Sociales






RINCÓN DEL AUTOR

El poder de Nadine

Por: Beatriz Boza
Jueves 24 de Noviembre del 2011
Hace veinte años que tenemos Internet en el Perú y las redes sociales están cada vez más presentes en la vida en sociedad.
Mientras que las empresas y los políticos buscan hacer suya esta tendencia creciente de interacción virtual –tan común entre los jóvenes y propia de esa generación–, nuestro ordenamiento legal se ha quedado en el pasado.
Es que el derecho se demora en reaccionar a los cambios sociales. Por ejemplo, el subsidio que aporta el Estado a través de la franja electoral no incluye todavía la publicidad en Internet, aunque haría bien el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) en contemplar este medio en su propuesta de reforma electoral. Como las normas son fruto de negociación y consensos, se requiere liderazgo para impulsar modificaciones legales, liderazgo muchas veces ausente cuando se trata de cuotas de poder.
Esta reflexión me viene a la mente al recordar que recién en 1956 la mujer pudo votar en el Perú. Mucho ha cambiado desde entonces.
El año pasado dos mujeres se disputaron la Alcaldía de Lima. En junio, una joven disputó la Presidencia de la República y hoy tenemos una primera dama con poder. Tradicionalmente, la figura de la primera dama ha sido secundaria, circunscribiéndose a aspectos sociales, con particular énfasis en la infancia, reforzando así el rol materno y de apoyo silencioso usualmente asociado a la mujer, imagen que –algunos temen– Nadine Heredia estaría transformando. ¿Es así?
Con un gobierno que plantea la inclusión social como prioridad, la agenda social y con ello la agenda tradicionalmente asociada a la función de primera dama, ha cobrado relevancia política y poder.
Si una lección nos ha dejado el proceso electoral, es que la inclusión social es gravitante para nuestra sociedad: de que esta situación se concrete depende la sostenibilidad de nuestra economía, la gobernanza y la propia presidencia.
Es decir, ya no es más un tema secundario, propio de una función accesoria y silenciosa, sino más bien esencial, porque el papel de la mujer también ha cambiado en nuestra sociedad.
Una mujer con voz propia, con personalidad y agenda, que despliega su liderazgo sin perder su feminidad, desafía a nuestra sociedad más tradicional. Si a ello le sumamos un cónyuge que la contempla y que se apoya en ella, se redefinen algunos rasgos del poder.
Haríamos bien en reconocer ese nuevo rol de la primera dama adecuando nuestra legislación, pues nada es más político que reconocer el papel político de la mujer.

No hay comentarios: