martes, 8 de noviembre de 2011

Ciencias Sociales






PUNTO DE VISTA

El día de ‘El Chacal’

Por: Juan Velit Granda Internacionalista
Martes 8 de Noviembre del 2011
Cada decenio pareciera que Occidente dirige sus baterías contra una figura antisistema para convertirla en objeto de sus iras y de sus mitos. Los medios de comunicación crean historias rocambolescas y sórdidas sobre ellos e inmediatamente, como coordinados, los servicios de seguridad inician operaciones destinadas a capturarlos o destruirlos. En los 90 fue Saddam Hussein, en los 2000 fue Osama Bin Laden y en los 70 y 80 fue Ilich Ramírez Sánchez, alias ‘Carlos’, o ‘El Chacal’.
Ramírez Sánchez es un personaje que hizo de los atentados terroristas su forma de vida. Nacido en Venezuela y militante del Partido Comunista, estuvo relacionado con organizaciones violentistas que ahora han depuesto su actitud y se han integrado a la vida política de sus respectivos países, como el IRA en Irlanda, ETA en España y el Ejército Rojo en Japón.
Ayer se inició el proceso judicial contra Ilich Ramírez, que con sus 62 años a cuestas, y con un aspecto muy saludable, ha vuelto a sentarse en la silla de los acusados de los tribunales galos. Anteriormente había sido condenado por la justicia francesa a cadena perpetua, en 1997, por el asesinato de dos policías y un informante.
Es innegable que los medios de comunicación europeos y latinoamericanos mitificaron a Ramírez, dotándolo de un aura romántica y legendaria, atribuyéndole una inteligencia superior y una capacidad de desplazamiento sigiloso que lo hacían aparecer en un escenario cuando realmente estaba en otro. Se dice que algunos de los atentados que se le endosaron nunca fueron realizados por él, ya que no estaba presente en el lugar de los hechos.
Ciertamente, este personaje es una figura criticable que le daba muy poco valor a la vida y por ello realizó acciones armadas que costaron mucho dolor y sufrimiento a familias ajenas a los acontecimientos políticos de los años de la Guerra Fría.
Con una vida aventurera y desplazándose en lugares exóticos, paseó su cuestionada personalidad por Siria, Arabia Saudí, París, Londres, Sudán y por casi toda Europa atemorizando a gobiernos y alertando a los servicios de inteligencia hasta ser capturado en 1996.
El juicio que enfrenta en esta oportunidad es por organizar y participar en cuatro atentados. El primero de ellos fue en 1982, en un tren que se dirigía de París a Toulouse y donde murieron 5 personas. El otro ocurrió 22 días después del anterior en la calle Marbeuef, en el centro de París, y dejó un muerto y varios heridos.
El tercero fue en un tren –pareciera que las vías ferroviarias le atraían sobremanera– que se dirigía a Marsella en 1983 y que causó 3 muertes y ese mismo día en la tarde explotó un vagón en la estación de Saint Charles, que dejó un muerto y numerosos heridos.
Este juicio tiene la particularidad de que llevará a los tribunales a una serie de testigos que en su momento fueron figuras importantes del terrorismo mundial y que ahora se les recuerda como actores de un drama de una época que no estamos seguros si ya pasó.

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