jueves, 2 de febrero de 2012

Ciencias Sociales






COMENTARIO DEL EDITOR

El Estado y la mofa del Movadef

Por: Juan Paredes Castro
Jueves 2 de Febrero del 2012
Más allá de sus expresiones políticas convencionales, el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef) tiene un mensaje claramente diabólico contra el Estado.
Algo pasa, sin embargo, con el Estado que sus respuestas al Movadef siguen siendo débiles.
Los espacios abiertos de infiltración del Movadef compiten ventajosamente con los espacios cerrados del Estado, donde los poderes públicos parecen hacer lo que pueden y no lo que deben.
¿En qué se resumiría ese mensaje del Movadef?
1. La ideología que guía sus acciones es la del “pensamiento Gonzalo” (léase Abimael Guzmán) de probada perfomance criminal durante los años que el terrorismo puso en jaque al país.
2. Ni siquiera su fallida pretensión de inscribirse como partido político en el JNE lo obligó a renunciar a su ideología violentista. Por el contrario, buscaría ahora diversificarla en la acción política intensa.
3. Tenemos prácticamente de vuelta a una organización terrorista con nuevas fachadas y estrategias que podrían evolucionar hacia la lucha armada.
4. Por último el Movadef se mofa del Estado con una carta de impunidad que la fiscalía no es capaz de arrebatarla, abriéndole investigación por apología del terrorismo.
¿Cuál es hasta ahora la respuesta del Estado?
1. Pese a que en sus declaraciones públicas el Movadef revela su estrecho vínculo con la violencia terrorista, la fiscalía no parece ver la luz al otro lado del túnel. ¿Cuánto tiempo más se pasará evaluando el papel desafiante del Movadef?
2. Si el Gobierno y el Congreso, como los jueces y fiscales de turno, saben que la actuación del Movadef configura el delito de la apología al terrorismo, y encima conocen que esta figura penal ha sufrido un escandaloso debilitamiento, ¿qué esperan para restaurarla como se debe?
3. Al margen del Modavef, el activismo terrorista busca recuperar políticamente sus emplazamientos perdidos y para ello se vale de la ley e instituciones democráticas sin que nada lo impida.
Ya hemos pasado por experiencias pasadas de ponernos de espaldas a la realidad con la típica complacencia que le caracteriza al Estado distraído e inepto.

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