lunes, 12 de marzo de 2012

Historia, geografía y economía






EL PASADO Y EL EFÍMERO PRESENTE

¿Para qué sirve la historia?

Por: Fernando De Trazegnies Jurista
Lunes 12 de Marzo del 2012
Muchas veces se escucha decir que el pasado es lo que ya fue y que, por tanto, carece de importancia frente a lo que ahora es y, más aun, frente a lo que mañana será. Así, el pasado es lo muerto, lo que ya no tiene vida y que, por consiguiente, debe ser enterrado en el olvido. En esas condiciones, uno se pregunta cuál es el sentido de estudiar la historia: parecería que es estudiar lo que ya no sirve para nada.
Sin embargo, nuestro presente está hecho con material del pasado. No es una repetición o un calco de lo que fue. Pero el pasado proporciona las bases del presente y, por tanto, contribuye a abrirnos las puertas del futuro. Sin los elementos que hemos recibido del pasado, no seríamos lo que somos y, por tanto, no podríamos ser lo que queramos ser; posiblemente, no podríamos ni siquiera producir un futuro novedoso porque los instrumentos y la información necesarios para crear la novedad nos vienen del pasado.
Y el pasado no permanece estático sino que es un caudal de conocimientos y de sentimientos que se acrecienta año a año, día a día, hora a hora. Porque mientras estoy escribiendo estas líneas y mientras ustedes, curiosos lectores, estarán leyéndolas, lo que acabo de escribir ya fue pasado para mí y lo está siendo segundo a segundo para ustedes. Así, el acto de leer convierte esa lectura en pasado, sin que ustedes lo perciban. El presente es efímero y el futuro es una estrella polar inalcanzable que guía nuestros actos a fin de que podamos utilizar en un sentido o en otro lo que recibimos del pasado y lo que avizoramos del futuro visto desde este presente.
De esta manera, la historia es una investigación geológica que estudia el subsuelo de nuestra cultura (filosófico, político, científico, artístico, etc.) para determinar las características y las cualidades del suelo en el que estamos caminando. Vista así, es un instrumento indispensable del progreso. Ciertamente, si se pretendiera considerar la historia como el modelo por seguir, si se quiere convertir el pasado en futuro, estaríamos frustrando la capacidad creativa que está en la esencia del ser humano. El hombre está hecho para caminar hacia adelante, por tierras desconocidas, abriéndose camino con su ingenio y reinventando el mundo a cada paso. Pero para ello necesita saber de qué está hecho él mismo y el mundo con el que debe interactuar, qué trae en la mochila que le puede servir en su conquista del futuro y también qué trae que, por el contrario, lo que no es sino un lastre en esa tarea fundamental de crearse permanentemente a sí mismo y de transformar coherentemente su entorno, que lo hace ser humano.
En este sentido, el estudio de la historia tiene que, como objeto, tener la idea más clara y más objetiva de ese legado –bueno o malo– que hemos heredado de nuestros antecesores. Por tanto, la historia seria no toma partido respecto al pasado, no lo aplaude ni lo condena; simplemente lo coloca objetivamente dentro de su contexto, como una manera de proporcionarle más información a ese hombre presente que debe tomar decisiones no copiando la historia ni borrándola, sino haciendo historia.
Por consiguiente, uno de los mayores crímenes contra la historia –y, por consiguiente, contra el progreso– es falsearla por razones políticas, distorsionarla para defender o atacar el presente y culpar así al pasado de los males de la nación.
Sin embargo, este último es un tema que no puede ser tratado ligeramente, sino que merece una próxima reflexión.

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