miércoles, 21 de marzo de 2012

Historia, geografía y economía






CONFLICTIVIDAD E INSTITUCIONALIDAD

El negocio en los conflictos

Por: Juan José Garrido Koechlin Economista
Miércoles 21 de Marzo del 2012
Según la Defensoría del Pueblo, los conflictos sociales han aumentado de 93 en el 2004 a 223 en el 2011; y de acuerdo a Usaid, en el 2010, el Perú se constituyó como el tercer país americano –Caribe y Norte América incluidos– con el mayor índice de participación en protestas por habitante. ¿Cuáles son los orígenes de la protesta al nivel comparativo?
La primera respuesta, intuitiva por cierto, es del tipo económico: altos niveles de pobreza e inequidad en los ingresos promedio suscitan disrupciones sociales. El economista Mancur Olson, trabajando sobre la hipótesis de De Tocqueville sobre la Revolución Francesa, argumentó que es el incremento en las tasas de crecimiento el cual, si bien mejora los ingresos promedios, no necesariamente incrementa la mediana de los mismos; de ahí que brincos en la tasa de crecimiento puedan proveer disrupciones en el nivel político-social.
A nivel local, la Defensoría del Pueblo agrupa las determinantes de los conflictos (al menos para el Perú) en básicamente cuatro: preocupación por el medio ambiente y el ecosistema, ausencia de Estado, superposición de la riqueza minera en las zonas de mayor pobreza, y la actuación empresarial. Es decir, siguen de alguna manera las determinantes intuitivas planteadas anteriormente.
La data nacional al nivel regional, no obstante, no acompaña dichas hipótesis: la ausencia histórica de los “ambientalistas” frente a la minería informal e ilegal desarropa la primera teoría; asimismo, al revisar la data local observamos, contra lo que intuimos, que los conflictos sociales no se encuentran asociados a mayor pobreza (el grado de correlación es ínfimo, 0,03), o a la falta de infraestructura o competitividad local (la relación, incluso, es positiva), como tampoco está asociada a nuestro patrón de crecimiento económico (aumentaron lo conflictos cuando empezó la crisis, desobedeciendo a Olson).
¿Cuáles serían, entonces, las razones detrás de la conflictividad peruana? Economistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostienen que son las instituciones, específicamente la calidad de estas, las que explican la propensión por utilizar los canales institucionales para la resolución de las diferencias o el uso de la protesta callejera como vía alterna. Efectivamente, al revisar la data latinoamericana, existe una fuerte relación inversa entre calidad institucional y conflictividad social: países con instituciones fuertes (Chile y Costa Rica) canalizan adecuadamente las demandas sociales, mientras que donde las instituciones (particularmente el Congreso, el Poder Judicial y los partidos políticos) son endebles e ineficientes (Venezuela y Argentina), la confianza es frágil, estimulando a los actores al uso de formas alternativas de revertir los dictámenes adversos. El Perú, para situarnos en contexto, ocupa el puesto 21 de 36 países en América Latina.
Otro factor a tomar en cuenta es al nivel individual; esto es, de los actores específicos (Saavedra, Santos, Arana y otros). Clifford Bob, autor del ensayo “Mercaderes de la Moralidad”, demuestra cómo la protesta social es una forma de emprendedurismo y búsqueda de rentas: a falta de iniciativas dentro del mercado, la agitación es un buen negocio para aquel interesado en multiplicar sus réditos políticos y económicos, con mayor intensidad donde las instituciones son débiles.
Mi hipótesis: existiendo múltiples brechas por cubrir y tantos recursos en disputa, los conflictos pululan porque la falta de instituciones incentivan al astuto a sacarle el jugo a dicha falencia y dicho contexto económico. Buscar excusas, luego, es cuestión de buen tino.
Una razón más para trabajar la calidad institucional local en el largo plazo; en el corto, entendamos que no podemos seguir dejando la cancha abierta a los oportunistas de turno.

No hay comentarios: