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1.No existe trabajo seguro. Ninguna organización puede garantizar su propia continuidad y menos asegurar la nuestra. Por ello, nunca está de más volver a recordar que todos los trabajos son temporales, que pueden durar 36 años o 3 meses, pero que igual siempre se terminan. Duran mientras convengan a ambas partes por igual, – casi como las relaciones de pareja….
2.No nos pagan por ir a trabajar sino por agregar valor. Ese valor debe ser idealmente lo más cuantificable posible. Y para medirlo es bueno preguntarse: eso que hice ¿qué significó para la empresa, el proyecto, el cliente o para aquello con lo que vengo colaborando? Repetirse esa pregunta varias veces ayuda a valorar nuestra contribución con la hoja de resultados y/o la misión de la organización.
3.Es necesario registrar nuestros aportes con data y cifras en el CV según se van dando. Así, el CV estará siempre actualizado y nos evita tener que “hacer arqueología” entre nuestros papeles cuando tenemos que hacer uno frente a una posible oferta, ascenso o salida. Y todo eso puede pasar en cualquier momento y cuando menos lo esperamos.
4.Es importante que, nos veamos como los proveedores de servicios que somos – más que como empleados o ejecutivos – independientemente que estemos o no en la planilla de alguien. La manera cómo me pagan no afecta el fondo de la relación con la organización que contrata mis servicios profesionales en la modalidad que sea. Es mi cliente y como tal la debo tratar.
5.El jefe representa a la organización y por ello es sabio valorarlo como a mi mejor cliente. El – o ella – escoge, evalúa y refiere nuestros servicios. Esas referencias impactarán en nuestra carrera para bien o para mal por mucho tiempo. Los colaboradores, pares y superiores son también mis clientes internos y les debo lo mejor de mis servicios. Este cambio de enfoque es muy positivo y hace maravillas por nuestra actitud de servicio, marca personal, prestigio y relaciones en el mundo del trabajo.
6.Mis servicios son evaluados en casi todos lados bajo estándares internacionales. Es de mi responsabilidad que sean de la mejor calidad posible. Y que mis habilidades, destrezas y conocimientos estén siempre actualizados y vigentes. Eso, junto a un excelente desempeño y mucha productividad, facilita ser reconocido como un recurso estratégico, – es decir, ser de aquellos cuyos servicios son muy valorados, se les trata de retener y sobretodo, que no se los lleve la competencia. Ser así de valorado nos pone en una grata y muy ventajosa situación para lograr nuestros objetivos de carrera.
7.Es interesante mirar y cuidar mi carrera como mi mejor negocio propio, – es una fuente de ingresos principal. Pensar y actuar como empresario de mi carrera ayuda mucho a mejorar nuestra actitud frente al trabajo y a tener conciencia plena sobre nuestro desempeño, vigencia, productividad y competitividad.
8. Esa actitud empresarial impacta muy positivamente en mi nivel de empleabilidad y genera más demanda por mis servicios – es decir, me da más “jale” profesional, creando un circulo virtuoso para más y mejores opciones de crecimiento, desarrollo, satisfacción y éxito profesional.