"Caballos de medianoche" de Niño de Guzmán [Crítica literaria]
"Bajo el cielo protector de Hemingway, Ribeyro y Cortázar, Niño de Guzmán diseñó un libro canónico", reseña José Güich
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Durante la
primera mitad de la década de 1980, una nueva generación de autores,
nacidos a mediados del siglo pasado, inició un paulatino cambio en las
convenciones narrativas. Al principio el fenómeno no fue muy visible,
dadas las condiciones imperantes: el mercado editorial estaba reducido
casi a una existencia fantasmal. Sin embargo, algunos nombres emergían
de esa tierra baldía. Uno de ellos fue Guillermo Niño de Guzmán (Lima, 1955).
Ante las tensiones entre sujeto y sociedad, aquella promoción flamante (entre los que se cuentan Ampuero, Cueto y Schwalb) optó por plantear ficciones donde un individuo combatía contra sus frustraciones o espectros personales.
Bajo el cielo protector de Hemingway, Ribeyro, Cortázar y la mitología del jazz, Niño de Guzmán diseñó un libro canónico. A pesar del consenso sobre la calidad de la colección, se ha perpetrado un relato crítico y equívoco acerca de que es una obra con un solo cuento de altura (el que abre y otorga título al conjunto). Los comentarios o reseñas que se han adosado a este relanzamiento parecen confirmarlo. Los méritos del mismo son incuestionables: un padre atrapado por el alcohol baña a su pequeña hija, la arropa y mientras ella duerme, toma una decisión brutal en torno a ambos. Como otros eficaces cultores del género, Niño de Guzmán oculta, bajo esa superficie de aparentes trivialidades y rutinas, un drama terrible.
No es gratuito que una anécdota de tales características rompa los fuegos en el libro: despliega vasos comunicantes y prepara la atmósfera que caracterizará a las siguientes narraciones. Los demás cuentos no son meras comparsas, pese a la insistencia en contar la historia de hombres y mujeres que viven macerados en el vacío absoluto, las drogas y el whisky. Son variaciones sobre un tema: la autodestrucción de una fauna nocturna que habita en bares y en habitaciones de alquiler, o hace el amor fisiológicamente, con furia y angustia, temerosa del mañana incierto.
Las viñetas que se intercalan entre los cuentos principales fungen de contrapunto. Son versiones mínimas de la desolación que impregna a este universo. Es saludable que los equinos infernales y sus jinetes vuelvan a cabalgar. Y que los potrillos de hoy aprendan cómo se hace.
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