El Comercio 02 de junio del 2009
"Obama contextualiza decisiones"
El filósofo estadounidense señala que la crisis mundial que se vive debería llevar a los gobiernos a tener actitudes más pragmáticas
Por: Bruno Rivas
Tanto en campaña como ahora, durante el ejercicio de su presidencia, una palabra ha sido usada para calificar a Barack Obama: pragmático. Gregory Pappas es un especialista en John Dewey, uno de los filósofos estadounidenses más relacionados con la corriente filosófica pragmática, y El Comercio conversó con él. Aprovechando la visita que hizo a nuestro país para dictar la conferencia “Vigencia y relevancia actual del pragmatismo clásico: Ética y política de Dewey”, organizada por la Pontificia Universidad Católica del Perú, este Diario pudo conocer los nexos de Obama con el pragmatismo.
Usted es un especialista en el filósofo John Dewey, uno de los máximos exponentes del pragmatismo. Al presidente de EE.UU. se lo considera un pragmático
En mi charla expliqué que la ética sobre el filósofo John Dewey está tomando una importancia política en la actualidad en EE.UU. porque el presidente Barack Obama ha sido catalogado como un pragmático. Existe mucha especulación sobre los vínculos de Obama con el pragmatismo clásico estadounidense. Hay hasta conexiones indirectas entre Obama y Dewey. Por un lado, la mamá de Obama, que era una antropóloga, fue estudiante de una de las hijas de Dewey y, por otro, Obama hizo trabajo social en Chicago, ciudad en la que el filósofo fundó una escuela experimental sobre sus ideas acerca de la democracia. Una de las hijas de Obama ha estudiado en ese centro.
¿Qué conexiones ideológicas unen a Obama con el pragmatismo?
Aún es muy temprano para juzgar las acciones de Obama. Lo que sí se puede hacer es evaluar sus inclinaciones al pragmatismo. Ser pragmático es ver de manera distinta la política, tratando de trascender el partidismo y las ideologías políticas que tanto han dominado las historias de las naciones. Es no seguir una ideología de manera dogmática y rechazar toda certeza. Los términos izquierdista y derechista han dominado el discurso político estadounidense a lo largo del siglo XX. Dewey rechazó la idea de que hay que ver el mundo desde la derecha o la izquierda. Obama tiene una posición similar, ya que el mundo parece estar esperando que defina de qué lado está. A veces toma decisiones que pueden ser consideradas de derecha como dejar que el mercado se autorregule y luego toma otras como las relacionadas con la salud que parecen ser de un socialista. El mismo Dewey pasó por ese problema, ya que era socialista para algunos asuntos y capitalista para otros. Los de derecha lo consideraban comunista y los de izquierda lo catalogaban de neoliberal.
Hay quienes menosprecian el término pragmático y lo vinculan con una persona sin valores que se acomoda a las circunstancias.
Hay una distinción entre el pragmático vinculado con el pensamiento de John Dewey y el sentido despectivo del término. A Obama se lo ha vinculado con las dos formas. Se ha dicho que es un oportunista, una persona práctica que no tiene ningún valor ni principio. Se lo tilda de una persona que se basa en posturas eficientes que lo van a beneficiar como político.
Esa no es la postura propuesta por Dewey.
Un elemento que tienen en común el pragmático en el sentido filosófico y el oportunista es que ambos son flexibles, no son dogmáticos. Pero hay una diferencia: la flexibilidad del filosófico está basada en una noción del juicio. John Dewey afirma que para hacer un juicio inteligente hay que estudiar el contexto de los problemas que se están enfrentando para poder llegar a la solución adecuada. Mientras que el oportunista generalmente no está interesado en resolver el problema, sino que solo busca aprovechar la oportunidad para sacar un beneficio político. De esa manera, el pragmático filosófico no se rige por un dogma ideológico para aplicar, por ejemplo, un programa social de salud sino que ve si se ajusta al contexto histórico del momento. Este pragmático hace el ejercicio de poner las ideologías de lado.
Hay quienes no aceptan a un político sin ideología.
A diferencia de lo que dicen los críticos, este tipo de político tiene principios a pesar de que no se guía por una ideología. En el caso de Dewey y en el de Obama, tienen principios democráticos. Ambos, durante sus deliberaciones, consideran importante que esos valores se respeten. Y tener este tipo de principios es compatible con ser socialista para algunas decisiones y capitalista para otras. Es la tendencia del siglo XXI.
La elección de Obama es entonces una consecuencia de un gobierno como el de Bush, que se guio por una ideología fundamentalista.
Absolutamente. Aun las mismas personas de tendencia derechista han entendido que EE.UU. se fue a un extremo ideológico y que ahora sufre las consecuencias de ese fenómeno. Muchos análisis publicados en revistas indican que la crisis mundial que estamos viviendo es una reacción al final de la Guerra Fría. Tras la caída del comunismo, EE.UU. tomó una dirección fundamentalista y extremista.
El haber conocido otras realidades durante su niñez y juventud le permite a Obama tener esa tendencia a contextualizar los eventos propia de un pragmático.
Me parece que sí. Además, hay que tener en cuenta que su trabajo social en Chicago también le permitió acceder a otras realidades. Esa experiencia fue fundamental, ya que es una ciudad de clase media y multirracial.
¿Tras esta crisis mundial que ha golpeado a los dogmas y a las ideologías es posible pensar en que surgirán más mandatarios pragmáticos?
Mi esperanza es que en el siglo XXI vamos a entender la importancia de movernos a una etapa postideológica. Más allá de Obama, tenemos ejemplos como China, un país supuestamente comunista, pero que se rige por reglas económicas capitalistas. Hay eventos que indican que las etiquetas de izquierda y derecha están caducas. Y este hecho es sumamente importante para la historia de Latinoamérica. En muchos países de la región existe un vaivén de extremos. Cuando un gobierno de izquierda fracasa, se pasa inmediatamente a la derecha. Y así es como surgen gobiernos como el de Hugo Chávez, que es el resultado de gobiernos igual de dañinos, pero que se encontraban en el otro extremo.