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martes, 29 de diciembre de 2009
Ciencias Sociales
El Comercio 29 de diciembre del 2009
ENTREVISTA. LUIS E. GONZÁLEZ MANRIQUE
"El Perú tiene un rol privilegiado este siglo"
Por: Carlos Bertello
El periodista y académico peruano Luis Esteban González Manrique reside en España desde hace muchos años, pero regresó a nuestro país para la presentación de su libro “América Latina: De la conquista a la globalización”. Allí reúne ensayos con los que se busca entender la configuración actual de los estados latinoamericanos, desde una perspectiva histórica y periodística.
¿Cómo nació la idea del libro?
En 1991 volví a Lima y realicé un viaje que siempre quise: cruzar el continente por tierra. Partí del Perú, crucé Bolivia y llegué a Brasil para luego bajar hacia el sur y subir finalmente hasta Caracas. Luego, de regreso en Madrid, el objetivo era muy claro: escribir un libro para entender cómo se crearon las naciones latinoamericanas.
Uno de los puntos claves en su libro es que las naciones latinoamericanas no representaron la totalidad de la población al momento de su formación.
La sociedad colonial se caracterizaba porque el orden social estaba determinado por el origen racial y donde no había ningún concepto de igualdad. Luego, en la Independencia, son los criollos los que se rebelan y se mantiene prácticamente el mismo orden. El siglo XIX es un siglo de estados sin nación y hasta hace poco todavía se podían ver las estructuras coloniales prácticamente intactas.
Otra de las vertientes del libro es acerca del racismo.
El racismo que existe en América Latina es más sutil que el de otras partes del mundo, lo que no quiere decir que no exista. Es algo de lo que nunca se hablaba y que hoy se trata más abiertamente, lo cual es saludable, ya que, cuando reprimes un problema, solamente lo agravas. Asimismo, el racismo es algunas veces tan solo un espejismo en que se ve separación racial donde en realidad solo hay separación económica y cultural.
Menciona también el racismo invertido…
Existen discursos, como el de Isaac Humala, que aseguran que el único continente donde la raza mayoritaria no gobierna es en América Latina, por lo que sería justificado expulsar a todos los blancos. Esto viene a ser un racismo en sentido contrario.
¿Y en cuanto a la economía de la región?
América Latina está viviendo una etapa de fortalecimiento económico. La abundancia de liquidez de los años setenta causó la crisis de la deuda externa de los ochenta, los llamados años perdidos. No obstante, nos dimos cuenta de que el Estado es un mal gestor y Fujimori es el primer representante del neoliberalismo en el Perú, onda que compartieron casi todos los países planteando que lo más eficiente para el desarrollo es la gestión privada. Claro que, llevada al extremo, puede también desembocar en situaciones complejas como la crisis financiera actual.
¿El regreso de la izquierda en la región se podría deber a los excesos del neoliberalismo de las últimas décadas?
Existe una tendencia común al refuerzo de las políticas sociales. Sin embargo, existen dos tipos de izquierda como las ilustró Álvaro Vargas Llosa: una carnívora y otra vegetariana. La primera presenta una tendencia autoritaria y se alza sobre todo en sociedades menos integradas como Bolivia y Venezuela. La otra, más civilizada, representa básicamente un gobierno de corte socialdemócrata como los de Chile y Brasil.
¿Le preocupa el armamentismo en la región?
No tenemos otro desarrollo posible que la integración. Somos países que aún vivimos de espaldas el uno al otro y las organizaciones supranacionales como Unasur aún están en estado embrionario. Me parece que las iniciativas del presidente García contra el armamentismo son positivas y que en realidad no existe ninguna verdadera hipótesis de guerra en América Latina.
¿En que situación se encuentra actualmente el Perú?
Podemos ver que desde 1990 cada gobierno ha trabajado sobre la base anterior y el nuevo sol ha mantenido un valor estable inclusive en plena crisis financiera, cosas que el ciudadano debe valorar. Además, con el libre mercado, la gente ve que si bien no tienes asegurada la prosperidad, tienes la oportunidad de construirla. En veinte años de continuidad la gente ya tiene mucho en juego y uno solo asume posiciones radicales cuando no tiene nada que perder.
¿Cuál podría ser el rol del Perú en un futuro?
El Perú tiene un rol privilegiado porque es un de los pocos países que han sido cuna de una gran civilización. Además, el lugar geográfico en que se encuentra y los variados ecosistemas que tiene son un patrimonio que le permite ver con confianza su futuro, sobre todo porque se dice que este será el siglo del Pacífico con China como potencia económica mundial. Y si va a ser el siglo del Pacífico, el Perú estaría en primera línea.
ENTREVISTA. LUIS E. GONZÁLEZ MANRIQUE
"El Perú tiene un rol privilegiado este siglo"
Por: Carlos Bertello
El periodista y académico peruano Luis Esteban González Manrique reside en España desde hace muchos años, pero regresó a nuestro país para la presentación de su libro “América Latina: De la conquista a la globalización”. Allí reúne ensayos con los que se busca entender la configuración actual de los estados latinoamericanos, desde una perspectiva histórica y periodística.
¿Cómo nació la idea del libro?
En 1991 volví a Lima y realicé un viaje que siempre quise: cruzar el continente por tierra. Partí del Perú, crucé Bolivia y llegué a Brasil para luego bajar hacia el sur y subir finalmente hasta Caracas. Luego, de regreso en Madrid, el objetivo era muy claro: escribir un libro para entender cómo se crearon las naciones latinoamericanas.
Uno de los puntos claves en su libro es que las naciones latinoamericanas no representaron la totalidad de la población al momento de su formación.
La sociedad colonial se caracterizaba porque el orden social estaba determinado por el origen racial y donde no había ningún concepto de igualdad. Luego, en la Independencia, son los criollos los que se rebelan y se mantiene prácticamente el mismo orden. El siglo XIX es un siglo de estados sin nación y hasta hace poco todavía se podían ver las estructuras coloniales prácticamente intactas.
Otra de las vertientes del libro es acerca del racismo.
El racismo que existe en América Latina es más sutil que el de otras partes del mundo, lo que no quiere decir que no exista. Es algo de lo que nunca se hablaba y que hoy se trata más abiertamente, lo cual es saludable, ya que, cuando reprimes un problema, solamente lo agravas. Asimismo, el racismo es algunas veces tan solo un espejismo en que se ve separación racial donde en realidad solo hay separación económica y cultural.
Menciona también el racismo invertido…
Existen discursos, como el de Isaac Humala, que aseguran que el único continente donde la raza mayoritaria no gobierna es en América Latina, por lo que sería justificado expulsar a todos los blancos. Esto viene a ser un racismo en sentido contrario.
¿Y en cuanto a la economía de la región?
América Latina está viviendo una etapa de fortalecimiento económico. La abundancia de liquidez de los años setenta causó la crisis de la deuda externa de los ochenta, los llamados años perdidos. No obstante, nos dimos cuenta de que el Estado es un mal gestor y Fujimori es el primer representante del neoliberalismo en el Perú, onda que compartieron casi todos los países planteando que lo más eficiente para el desarrollo es la gestión privada. Claro que, llevada al extremo, puede también desembocar en situaciones complejas como la crisis financiera actual.
¿El regreso de la izquierda en la región se podría deber a los excesos del neoliberalismo de las últimas décadas?
Existe una tendencia común al refuerzo de las políticas sociales. Sin embargo, existen dos tipos de izquierda como las ilustró Álvaro Vargas Llosa: una carnívora y otra vegetariana. La primera presenta una tendencia autoritaria y se alza sobre todo en sociedades menos integradas como Bolivia y Venezuela. La otra, más civilizada, representa básicamente un gobierno de corte socialdemócrata como los de Chile y Brasil.
¿Le preocupa el armamentismo en la región?
No tenemos otro desarrollo posible que la integración. Somos países que aún vivimos de espaldas el uno al otro y las organizaciones supranacionales como Unasur aún están en estado embrionario. Me parece que las iniciativas del presidente García contra el armamentismo son positivas y que en realidad no existe ninguna verdadera hipótesis de guerra en América Latina.
¿En que situación se encuentra actualmente el Perú?
Podemos ver que desde 1990 cada gobierno ha trabajado sobre la base anterior y el nuevo sol ha mantenido un valor estable inclusive en plena crisis financiera, cosas que el ciudadano debe valorar. Además, con el libre mercado, la gente ve que si bien no tienes asegurada la prosperidad, tienes la oportunidad de construirla. En veinte años de continuidad la gente ya tiene mucho en juego y uno solo asume posiciones radicales cuando no tiene nada que perder.
¿Cuál podría ser el rol del Perú en un futuro?
El Perú tiene un rol privilegiado porque es un de los pocos países que han sido cuna de una gran civilización. Además, el lugar geográfico en que se encuentra y los variados ecosistemas que tiene son un patrimonio que le permite ver con confianza su futuro, sobre todo porque se dice que este será el siglo del Pacífico con China como potencia económica mundial. Y si va a ser el siglo del Pacífico, el Perú estaría en primera línea.
miércoles, 24 de junio de 2009
Ciencias Sociales
El Comercio 24 de junio del 2009
CUANDO LA LEY NO ES SUFICIENTE
Basta de convivir con la exclusión
Por: Samuel B Abad Yupanqui*
En las últimas semanas hemos apreciado diversos actos o expresiones de discriminación que nos recuerdan que esta práctica social subsiste, pese a las diversas normas internas e internacionales que la prohiben.
El tema no es nuevo. Se remonta a los inicios de la República. Nuestra primera Constitución (1823) señalaba que para ser ciudadano se requería saber leer y escribir, tener una propiedad, ejercer una profesión, arte o industria y no ser sirviente o jornalero. Es decir, solo un reducido grupo de peruanos era ciudadano. A las mujeres, es decir, al 50% de la población, recién se les reconoció el derecho al voto en 1955. Las personas analfabetas tuvieron que esperar hasta la Constitución de 1979.
Por ello, no es extraño que exista exclusión social en el país. El Estado históricamente ha negado sus derechos ciudadanos a una parte importante de la población. Esto, puede apreciarse en los reclamos de los pueblos indígenas que exigen se les consulte antes de tomar una decisión que les afecte, pues así lo dispone el Convenio 169, vigente desde 1993, y que el Gobierno ha tenido que reconocer.
No podemos dejar de reconocer que se aprecian algunos cambios. Gracias a las normas sobre cuotas la representación de mujeres en el Congreso se incrementó sustancialmente. Asimismo, hay consenso en afirmar que es necesario erradicar la discriminación, e incluso muchos casos se debaten en los medios de comunicación. Sin embargo, esta lucha aún enfrenta dificultades. Veamos.
Se trata de un problema enraizado que a veces no lo asumimos como tal. Es probable que el director de cierto medio de comunicación considere “natural” ridiculizar a una congresista quechuahablante por escribir mal en nuestro idioma y que por eso no merezca estar en el Congreso de la República, sin comprender que ese tipo de conducta discrimina.
No es fácil probar la discriminación. Ella suele disfrazarse en los hechos y en las normas. El Código Civil sigue diciendo que cada cónyuge puede trabajar libremente con el consentimiento del otro y si este lo niega el juez puede autorizarlo. Una norma aparentemente neutra, que en la realidad concede el veto al marido, pues suele ser él quien niega tal “autorización”.
Si se decide acudir a la justicia, esta suele ser lenta y costosa. Una excepción fue la sentencia del TC que dispuso la reposición de una cadete expulsada arbitrariamente por estar embarazada, cuyo proceso solo duró seis meses. Además, hasta ahora no se conocen sanciones efectivas.
Las políticas públicas tampoco suelen evaluarse considerando el principio de igualdad. Un ejemplo reciente es pretender incrementar el presupuesto de las Fuerzas Armadas cuando los de Salud y Educación siguen siendo exiguos; así como promover el servicio militar obligatorio cuando se sabe que de aprobarse solo los pobres y campesinos lo cumplirían.
En definitiva, en este esfuerzo de luchar contra la discriminación las leyes son importantes pero no suficientes. Estamos ante un problema enraizado en nuestra sociedad que requiere de un cambio cultural en el que se respeten y aprecien nuestras diferencias. Para ello se requiere un liderazgo comprometido de nuestras autoridades, que lamentablemente aún no se aprecia; pero también de quienes tienen liderazgo social y por supuesto de los medios de comunicación. De lo contrario, seguiremos siendo un país socialmente fracturado y las aspiraciones de igualdad para parte importante de nuestra población seguirán siendo una utopía.
(*) Constitucionalista
CUANDO LA LEY NO ES SUFICIENTE
Basta de convivir con la exclusión
Por: Samuel B Abad Yupanqui*
En las últimas semanas hemos apreciado diversos actos o expresiones de discriminación que nos recuerdan que esta práctica social subsiste, pese a las diversas normas internas e internacionales que la prohiben.
El tema no es nuevo. Se remonta a los inicios de la República. Nuestra primera Constitución (1823) señalaba que para ser ciudadano se requería saber leer y escribir, tener una propiedad, ejercer una profesión, arte o industria y no ser sirviente o jornalero. Es decir, solo un reducido grupo de peruanos era ciudadano. A las mujeres, es decir, al 50% de la población, recién se les reconoció el derecho al voto en 1955. Las personas analfabetas tuvieron que esperar hasta la Constitución de 1979.
Por ello, no es extraño que exista exclusión social en el país. El Estado históricamente ha negado sus derechos ciudadanos a una parte importante de la población. Esto, puede apreciarse en los reclamos de los pueblos indígenas que exigen se les consulte antes de tomar una decisión que les afecte, pues así lo dispone el Convenio 169, vigente desde 1993, y que el Gobierno ha tenido que reconocer.
No podemos dejar de reconocer que se aprecian algunos cambios. Gracias a las normas sobre cuotas la representación de mujeres en el Congreso se incrementó sustancialmente. Asimismo, hay consenso en afirmar que es necesario erradicar la discriminación, e incluso muchos casos se debaten en los medios de comunicación. Sin embargo, esta lucha aún enfrenta dificultades. Veamos.
Se trata de un problema enraizado que a veces no lo asumimos como tal. Es probable que el director de cierto medio de comunicación considere “natural” ridiculizar a una congresista quechuahablante por escribir mal en nuestro idioma y que por eso no merezca estar en el Congreso de la República, sin comprender que ese tipo de conducta discrimina.
No es fácil probar la discriminación. Ella suele disfrazarse en los hechos y en las normas. El Código Civil sigue diciendo que cada cónyuge puede trabajar libremente con el consentimiento del otro y si este lo niega el juez puede autorizarlo. Una norma aparentemente neutra, que en la realidad concede el veto al marido, pues suele ser él quien niega tal “autorización”.
Si se decide acudir a la justicia, esta suele ser lenta y costosa. Una excepción fue la sentencia del TC que dispuso la reposición de una cadete expulsada arbitrariamente por estar embarazada, cuyo proceso solo duró seis meses. Además, hasta ahora no se conocen sanciones efectivas.
Las políticas públicas tampoco suelen evaluarse considerando el principio de igualdad. Un ejemplo reciente es pretender incrementar el presupuesto de las Fuerzas Armadas cuando los de Salud y Educación siguen siendo exiguos; así como promover el servicio militar obligatorio cuando se sabe que de aprobarse solo los pobres y campesinos lo cumplirían.
En definitiva, en este esfuerzo de luchar contra la discriminación las leyes son importantes pero no suficientes. Estamos ante un problema enraizado en nuestra sociedad que requiere de un cambio cultural en el que se respeten y aprecien nuestras diferencias. Para ello se requiere un liderazgo comprometido de nuestras autoridades, que lamentablemente aún no se aprecia; pero también de quienes tienen liderazgo social y por supuesto de los medios de comunicación. De lo contrario, seguiremos siendo un país socialmente fracturado y las aspiraciones de igualdad para parte importante de nuestra población seguirán siendo una utopía.
(*) Constitucionalista
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