lunes, 3 de noviembre de 2008

Por una escuela para todos

Suplemento Domingo de La República 2 de noviembre del 2008

Educación Inclusiva. Por una escuela para todos
Fotos: Claudia Alva

La más chancona. Kristel Granados, 10 años, es la más esmerada de su clase.
Si la ley dice que todos tenemos derecho a una educación con igualdad de oportunidades, entonces la escuela pública es de todos los niños. Y "todos" incluye a quienes tienen alguna discapacidad o habilidades diferentes. Sabido es que las escuelas, con su orientación integradora, son el medio más eficaz para combatir las actitudes discriminatorias, dado que crean comunidades de acogida, construyen una sociedad integradora y alcanzan así el ideal de una educación inclusiva.
Aquí tres historias de niños con diferentes capacidades que estudian en colegios públicos y se integran venciendo prejuicios y mala onda. Con el apoyo de sus padres y hermanos, estos tres pequeños nos dan lecciones de vida que nosotros debiéramos aprender a valorar.
Kristel Granados Burga tiene 10 años y unos lentes que alimentan su curiosidad, y sus inquietudes, día a día. Ella padece de discapacidad visual, motora y deficiencia intelectual. Pero no por ello su celebrada curiosidad se ve mermada. Kristel cursa el segundo grado de primaria del colegio Institución 3007, del distrito del Rímac. Es una de las más aplicadas del salón: responde a la profesora que cinco manzanas son mayores que cuatro. Sus otros compañeros dudaron en responder cuando la miss del salón les hizo la misma pregunta.
En la primera fila del salón, Kristel se sienta con un tablero empinado que le permite ver mejor, debido a su baja visión. A su lado se sienta César, un compañerito que nació con sordera. Él la está ayudando ahora a colorear las manzanas que acababa de contar. Kristel y César son grandes. Cuando la fotógrafa empieza con los flashes, Kristel, cual modelo, le exige que se apure. La clase no puede esperar, dice. Mientras sus compañeritos curiosean por las ventanas, ella comienza a ruborizarse. Aquí no existen prejuicios: tanto en el salón de clases como a la hora del recreo, Kristel es la amiga con la que todos quieren jugar.
"A pesar de sus dificultades, es una niña que día a día supera desafíos. Trabajar con ella es algo que nos hace ser cada día más humanos", dice su profesora Gloria María Vásquez. Ella recuerda que los primeros días, cuando Kristel llegó al salón de clases, no fueron fáciles. Sin embargo, la constancia y el esfuerzo que Kristel demostraba inspiraron a la misma profesora a aprender de ella. Ahora Kristel se ha puesto a cantar y regresa a su salón de clases. La sesión de fotos ha terminado. Ella sonríe y nos agradece.
El niño símbolo

Patitas del alma. Josué Risco Asto tiene 7 años y es un pelotero más en el colegio IE 3021 del Rímac.
Es una tarde nublada en el distrito del Rímac, y en el colegio IE 3021, es hora de recreo. Josué Risco Asto tiene siete años y sobrelleva la discapacidad intelectual (síndrome de Down). El niño cursa el primer grado de primaria y está jugando fútbol en el patio con niños de quinto de primaria. Le están haciendo ‘camotito’ pero él corretea y logra recuperar el balón. El timbre suena: las clases se reinician.
En el salón de Josué, sus compañeros nos hacen notar sus avances. Nos mencionan que el niño ha pintado un dibujo de Jesús y sus discípulos. Nos dicen que le gusta pintar y colorear. A Josué, además, le gusta cantar. Su maestra, Rosa Gonzales, sonríe cuando le preguntamos sobre el alumno Josué: "Él es muy tranquilo, no es agresivo. Es muy comprensivo y noble". La profesora recibe la asesoría de un equipo psicológico del SAANEE (Servicio de Apoyo y Asesoramiento para la Atención de las necesidades educativas) de la institución Ricardo Bentín.
Confiesa que los primeros días de Josué en las clases tuvo dificultades para manejarlo. "Todos tomaban su leche a la hora de la lonchera, pero él no podía tomar. Y eso yo no lo sabía hasta que, tras días de verlo más seguido, me di cuenta de que tenía dificultades y le alcancé una cañita". Josué es muy querido en el aula. Tiene un carisma especial y sus amigos aprenden también a convivir con él, a verlo como uno más, distinto de todos, pero con los mismos derechos.
Las habilidades de Josué aumentan semana a semana. La clase ha acabado y el salón entero de quince alumnos nos despide con una canción. El aprendizaje lúdico e intelectual de este pequeño no ha encontrado barreras. Él es un niño con habilidades diferentes.


Angie: la niña de la net
Matadora. Angie tiene parte del cuerpo paralizado, pero juega vóley como las mejores.
A primera vista nadie se da cuenta de que Angie Marjorie Chino Navarro tiene una discapacidad motora, que es una secuela de una parálisis cerebral. Dicha lesión le impide mover la mitad de su cuerpo.
Angie ha cumplido 12 años y su autoestima es su mejor arma para vivir: si alguien se burla, pues ella sabe cómo defenderse. Esta tarde, los alumnos del sexto de primaria escuchan con atención a la profesora Victoria Cahuana Vilca. Ella les está hablando del Señor de los Milagros. Acaba la clase y Angie sale al patio. No se pone nerviosa con los flashes, por el contrario, ensaya esa sonrisa dulce que nos roba el corazón.
Después, su profesora nos comenta su habilidad para el vóley. Y vaya que no hay exageración en sus palabras. En la cancha ubicada en el patio del colegio, algo húmedo por un reciente amago de lluvia, Angie es la matadora del equipo. La que ejecuta los mates con potencia y velocidad. Sonríe porque sabe que la fotógrafa la está siguiendo. Aparte del vóley, a Angie le gusta escuchar al Grupo 5 y bailar su música. Las matemáticas, como le pasa a cualquier alumno del colegio, no son su fuerte. Si un curso le agrada ese es Comunicación y Lenguaje.

Maestra. Gloria María Vásquez, la entusiasta profesora de Kristel.
"Para mí, al comienzo, era algo que me incomodaba porque no sabía cómo dirigirme a ella. Luego, traté de adecuarme y, sobre todo, sensibilizar a los demás alumnos: decirles que todos somos iguales. Así fue como ella empezó a ganar muchos amigos", dice la profesora del salón recordando aquellos primeros días de Angie en la escuela.
La fotógrafa ha terminado. Angie se despide, con una mirada pícara, y su profesora le dice animosamente: "¡Vas a salir este domingo en el periódico!". Buena noticia para ella y su familia.

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