lunes, 30 de marzo de 2009

Ciencias Sociales

El Comercio 30 de marzo del 2009

EL G-20 Y EL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL

La oportunidad de salir de la crisis
Por: Javier González-Olaechea

Londres agrupará el 2 de abril a 20 países, 80% de la economía mundial. Lejos de su tierra asistirá y brillará el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mientras la crisis global arrecia y urge acordar y ejecutar soluciones sistémicas. Ya no es un vendaval hipotecario, se torpedearon las finanzas públicas, el crédito, el comercio y las predicciones, esparciendo la desconfianza popular. Miramos de reojo la economía porque no sabemos cuán dañada está, y argumentamos nuestro celo ante contradicciones entre armamentismo y millonarios rescates, megabonos y el aumento del desempleo y la pobreza.

Revisando algunas causas de esta crisis no basta señalar desórdenes, despilfarro, desregulaciones y gula en las alturas. Debemos mirar cerca nuestro y concluir que la corrupción, la ausencia de institucionalidad y el endeudamiento indebido también potencian la agitación y anclan a millones de personas en la pobreza. Esta cumbre evidenciará la diferencia entre quienes proponen gobernanza global a partir de nuevos instrumentos globales regulatorios y quienes deseen ampliar la bolsa de los estímulos, esfuerzos que deberían ser complementarios aunque resultan ya insuficientes. Los países emergentes deben hacer propuestas superadoras.

Ante ello, y partiendo de la autocrítica, la confianza debe renacer construyendo un sistema internacional que sustituya la fragmentación trasfronteriza por la gobernanza global. El G-20 debe animar la discusión de fondo: ¿Cómo construir un mundo más pujante, incluyente, transparente, pacífico, solidario y cooperativo? Desde la turbulencia observamos el debilitamiento del unilateralismo y el amanecer de un nuevo multilateralismo, por necesidad de unos y convicción de otros. Un nuevo orden internacional (NOI) debe reconocer el cambio en la naturaleza de las relaciones internacionales signadas por la interconexión e interdependencia globales. Necesitamos un nuevo contrato social global sustentado en la corresponsabilidad, la equidad, la ética y la transparencia. Un mundo con prioridades sociales, con el trabajo decente como fuente de dignidad.

No alcanzaría la regulación financiera y arrinconar incluso a los mal llamados paraísos fiscales, ni solventar las políticas macroeconómicas y retocar la actual arquitectura mundial. No hablemos solo de fallas de mercado, hablemos también de fallas de la sociedad. Se necesita gestar un multilateralismo sin autismos donde la disciplina del mercado sea tal que la información veraz fluya y la responsabilidad no se diluya. La paz y seguridad internacionales no se construyen a pesar de los marginados.

En Londres se hablará de recuperar y reactivar la economía sostenible. Bien, si incluimos a quienes no van a Londres. Pregunto: ¿Es sostenible la economía sostenible que no sostiene al que no tiene? ¿Juego de palabras o fondo de la cuestión? El G-20 deberá instaurar la credibilidad como base de todo sistema legítimo y perdurable. Urgen nuevos paradigmas y asumir plenamente la gran tarea fortaleciendo los esfuerzos fiscales socialmente aceptables que, además de restaurar el crédito, den prioridad a la inclusión independientemente de las fronteras.

Deberá evitar la tentación de respuestas insulares y diferenciar entre lo que corresponda al nuevo orden internacional, inevitable dada la globalización y las medidas nacionales de socorro, asimismo necesarias. Recuperemos el espacio de las políticas públicas, lo que no habilita el proteccionismo, el derroche, el populismo y el ausentismo como emblema de la gestión pública.

A esta cumbre también asistirán organismos financieros internacionales. Bienvenidos, les toca proporcionar un instrumento de alerta temprana financiera mundial para evitar recaer en otra crisis de estas magnitudes. Fiscalizaron allende, a menudo con binoculares sentados encima del río revuelto. Paradoja en la gestión de riesgos mayor de la historia económica y social contemporánea.

INTERNACIONALISTA

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