jueves, 25 de junio de 2009

Ciencias, Ciencias Sociales

El Comercio 25 de junio del 2009
Energía eólica: Lo que el viento se llevó
Por: Roberto Colombo Mischiatti Analista


Atender las crecientes necesidades de energía en el Perú y proteger el medio ambiente requiere de nuevas tecnologías y formas de operación. Debemos buscar continuamente nuevos caminos para reducir el impacto de la contaminación del medio ambiente y ser decididos en realizar nuevos proyectos que conlleven a protegernos contra problemas ambientales futuros.

Poco se ha hecho al respecto en nuestro país. Sin embargo, los países más industrializados tomaron cartas en estos asuntos hace más de 20 años y con ello el crecimiento de instalaciones de energía renovable en los últimos años ha sido exponencial. Es el caso de la energía eólica (el término “eólico” viene del latín ‘aeolicus’, perteneciente o relativo a Eolo, dios de los vientos en la mitología griega), es decir la energía cinética generada por efecto de las corrientes de aire, transformada en otras formas útiles para las actividades humanas, como la electricidad. El término “eólico” viene del latín ‘aeolicus’, perteneciente o relativo a Eolo, dios de los vientos en la mitología griega.

En la actualidad, la energía eólica es utilizada principalmente para producir energía eléctrica mediante aerogeneradores. A finales del 2008, la capacidad mundial de los generadores eólicos fue de más de 100 gigavatios, que representa alrededor del 1% del consumo de electricidad mundial.

En algunos países europeos el empleo de este tipo de energía alcanza hasta el 19% de la producción eléctrica del país, como es el caso de Dinamarca, 9% en España y Portugal, y un 6% en Alemania e Irlanda.

Las ventajas de este tipo de instalaciones son múltiples: es una energía limpia, ya que no produce emisiones atmosféricas ni residuos contaminantes; no requiere una combustión que produzca dióxido de carbono (CO2), por lo que no contribuye al incremento del efecto invernadero ni al cambio climático; puede instalarse en espacios no aptos para otros fines, por ejemplo en zonas desérticas, próximas a la costa, en laderas áridas y muy empinadas para ser cultivables.

Además puede convivir con otros usos de la tierra, como prados para uso ganadero o cultivos bajos como trigo, maíz, papas, remolacha, etc. Crea un elevado número de puestos de trabajo en las plantas de ensamblaje y las zonas de instalación.

Su instalación es rápida, entre seis meses y un año; y su inclusión en un sistema interconectado permite, cuando las condiciones del viento son adecuadas, ahorrar combustible en las centrales térmicas o agua en los embalses de las centrales hidroeléctricas.
Es evidente que incursionar de manera decidida en este tipo de proyectos constituye otra gran oportunidad para seguir integrando cada vez más al Perú a las corrientes de la modernización mundial necesarias para un Estado eficiente. Ojalá que muy pronto podamos hacer realidad este tipo de iniciativas. ¡Tienen la palabra las autoridades competentes!

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